Hello, dear Hive friends!
This weekend, I made a much-needed decision: stop the clock, pause Cronos, and give myself a moment of calm in the midst of the daily whirlwind. I stepped away from the noise, responsibilities, and screens to immerse myself in the serenity of nature. There was no rush, no goals, no limits. Just enough time to explore, breathe, and marvel at what was around me.
We live in a world where time seems to be a scarce resource. We run from one place to another, pending schedules, deadlines and notifications. However, this weekend all that was behind us. It was like rebelling against the dictatorship of hours and minutes.
When I arrived at the place where nature was waiting for me, I stopped looking at the clock. The feeling of freedom was immediate. With every step he took, he felt his worries dissolve, as if they were leaves blown by the wind. It was just me, surrounded by trees, and the sound of life in its purest form.
As I progressed, the small details captured my attention. I saw bees, flowers that seemed to greet the sun, and birds that filled the air with their song. The murmur of a nearby river called me, and when I found it, I couldn't help but stare at it for a long time. Its calm current ran, reflecting the sky and the intense green of the trees.
Without a fixed plan, I let my intuition guide me. My camera was my faithful companion, and with it I captured moments.
This weekend reminded me how important it is to stop, even for a moment, and connect with our surroundings. Nature has a unique way of teaching us to live calmly and value the small details. It is also a reminder of how much we need to protect this beautiful planet that gives us so much.
![Spanish]
¡Hola, queridos amigos de Hive!
Este fin de semana, tomé una decisión muy necesaria: detener el reloj, poner en pausa a Cronos y regalarme un momento de calma en medio de la vorágine diaria. Me alejé del ruido, las responsabilidades y las pantallas para sumergirme en la serenidad de la naturaleza. No había prisa, ni metas, ni límites. Solo el tiempo suficiente para explorar, respirar y maravillarme con lo que me rodeaba.
Vivimos en un mundo donde el tiempo parece ser un recurso escaso. Corremos de un lado a otro, pendientes de horarios, plazos y notificaciones. Sin embargo, este fin de semana todo eso quedó atrás. Fue como rebelarme contra la dictadura de las horas y los minutos.
Al llegar al lugar donde me esperaba la naturaleza, dejé de mirar el reloj. La sensación de libertad fue inmediata. Con cada paso que daba, sentía cómo las preocupaciones se disolvían, como si fueran hojas arrastradas por el viento. Era solo yo, rodeado de árboles, y el sonido de la vida en su forma más pura.
A medida que avanzaba, los pequeños detalles capturaban mi atención. Vi abejas, flores que parecían saludar al sol y aves que llenaban el aire con su canto. El murmullo de un río cercano me llamó, y cuando lo encontré, no pude evitar quedarme un buen rato observándolo. Su corriente tranquila corría, reflejando el cielo y el verde intenso de los árboles.
Sin un plan fijo, me dejé guiar por mi intuición. Mi cámara fue mi fiel compañera, y con ella capturé momentos.
Este fin de semana me recordó lo importante que es detenernos, aunque sea por un momento, y conectarnos con nuestro entorno. La naturaleza tiene una manera única de enseñarnos a vivir con calma ya valorar los pequeños detalles. También es un recordatorio de cuánto necesitamos proteger este hermoso planeta que nos da tanto.
