Después de varios meses sin publicar, es bueno retomar viejos hábitos para complacer al publico, hoy estoy de un excelente humor, así que me dije:
¿Por que No?
Dicho esto, déjenme contarles un cuento y ustedes interpretaran la moraleja
La Suerte llega y luego se va
Para mi era un día cualquiera, tan monótono como el día anterior, en el centro de la ciudad, la gente caminaba con prisa y yo caminaba con lentitud, tenia la mente divagando en unos asuntos.
Ese día solo quería comprar un par de productos de higiene personal. Después de todo, la vida no es agradable si uno huele a sudor. Así que, solo salí de casa con una lista en mente.
Mientras paseaba entre las multitudes, noté algo muy pero muy inusual en el suelo. Descubrí que era un fajo de billetes, unos dólares considerables más o menos, ahí me dije: ¡Finalmente, la suerte me sonríe! aunque me costo pensar en todas las cosas que podría comprar con ese dinero: un nuevo champú, tal vez hasta un helado. Eran muchas posibilidades, sin embargo, el destino tenía otros planes para mí.
Comencé a caminar hacia la tienda que siempre frecuentaba, pero al llegar, me encontré con un cartel que decía “CERRADO”. He de decir que me frustre al instante. Pero, no era el momento de rendirse así nomas; decidí dar un par de vueltas por el centro de la ciudad en busca de otra tienda cuyos precios sean económicamente favorables.
Aquí es cuando la historia se pone interesante. De repente, un perro callejero se apareció de la nada y comenzó a ladrarme como si estuviera sumamente molesto conmigo. Era como si el universo hubiera decidido que, además de mis compras, debía también enfrentar las ridiculeces de un perrito enfadado.
Yo, tuve miedo a ser atacado, pero eso es normal ¿no?, digo trataba de ignorarlo, pero el pequeño era muy persistente. Me seguía ladrando, como si fuera algo personal.
Después de lo que me pareció una eternidad dando vueltas, finalmente encontré una conveniente tienda abierta. Compré mis productos de higiene, sintiéndome triunfante a pesar de la interrupción del peludo amigo.
Creí que todo había terminado... Cuando llegué a casa, la vida me golpeó de forma contundente: el automóvil de mi padre estaba estacionado con el capó abierto. Me entere que quedo descompuesto por alguna razón.
Mi padre se encontraba allí, haciendo malabares con herramientas en vez de llamar a un mecánico. Al ver la situación, recordé los billetes que había guardado; era mi única opción para ayudarlo a reparar el auto. Así que.... :(
le regalé el dinero que me encontré, sentí que mis aspiraciones de comprar algo bonito se desvanecieron así nada más, como un espejismo.
Y así, aunque mi día había comenzado con la emoción de un hallazgo inesperado, terminó siendo una serie de pequeñas desgracias que al final, se podría decir que me dejaron una lección sobre la generosidad y lo impredecible de la vida.