Sara hilvanaba en su mente mientras caminaba, la serie de ocurrencias que había vivido en este día, literalmente, tormentoso. Mirando las cosas en retrospectiva, pensaba en los sucesos que le habían llevado a encontrarse caminando bajo la lluvia rumbo a su hogar. Y la situación anterior a este hilo de sucesos, se dio en su trabajo hacía poco menos de dos horas, cuando salió de manera intempestiva de la oficina.

Eliana, su mejor amiga y confidente, le había propuesto quedarse trabajando hasta tarde para terminar un importante informe. Habían llegado a ese acuerdo para evitar que Rodrigo, quien era el jefe de ambas, tuviera la oportunidad de insinuárseles, como era su desagradable costumbre. Aunque era un hombre apuesto, sus intentos de tratar de ligar con las empleadas, se hacían cada vez más insistentes. De algo estaba segura Sara, no iba a soportar cualquier desatino indecoroso de su jefe, como ya se rumoraba, había ocurrido con otras empleadas que preferían guardar silencio por temor a ser despedidas. Aunque necesitaba el empleo, si podía evitar cualquier situación de este tipo, para ella, sería lo mejor.

Trabajar con su amiga había resultado la mejor manera de evitar exponerse con Rodrigo en momentos que se requería trabajar fuera del horario habitual. Ya lo habían hecho antes, como medida de seguridad, ya que las historias que se contaban con otras empleadas, se habían sucedido cuando el jefe les había solicitado, se quedaran a terminar un trabajo importante. Eliana y Sara siempre tenían la iniciativa de trabajar juntas hasta tarde, cuando sabían que el jefe se los iba a solicitar. De este modo, se habían evitado muchas malas situaciones.

Pero en este día, cuando apenas tenían unos 45 minutos de estar trabajando fuera del horario, a Eliana se le presentó un imprevisto que debía ser atendido a la brevedad. Sara no tuvo inconveniente en quedarse sola y quedaron de acuerdo en que ella se cambiaría de cubículo y no le dirían nada a Rodrigo. Así, este pensaría que estaban juntas y no las molestaría. Cuando Eliana salía en silencio de la oficina y por una puerta secundaria, Sara buscaba de cambiarse de cubículo, cerca de esta puerta, a fin de tener una oportunidad de escapar en caso de que Rodrigo tomase la iniciativa de acercarse a donde ella normalmente trabajaba.

Cuál no sería la sorpresa cuando, buscando un cubículo cerca de la puerta secundaria, que era la más alejada a la oficina de Rodrigo, Sara se percató de que este se encontraba, justo en esa puerta, cerrándola con llave. Como pudo, se ocultó y noto que, después de echarle llave a la puerta, Rodrigo se asomaba por la ventana para asegurarse de que Eliana se retiraba, ya que desde allí podía divisar el lugar donde ella estacionaba su auto.

Sara no lo dudo por un segundo: debía escapar. Oculta bajo el cubículo, espero que Rodrigo se retirara de donde estaba, después de asegurarse que Eliana se había ido. Se quitó los zapatos y pensando en que, seguramente, Rodrigo iría hasta donde supuestamente ella estaría trabajando, decidió seguirlo sigilosamente. Una decisión que le elevo los niveles de adrenalina al máximo, pero que le brindaría una pequeña oportunidad de salir de la oficina, como efectivamente ocurrió.

Caminando a gachas tras Rodrigo como en una película de suspenso y con la posibilidad de que la descubriera, supuso que este, al no encontrarla en su puesto de trabajo, quizás la iría a buscar al baño. Pensó en lo básico que pueden ser los hombres, cuando Rodrigo, al no hallarla en su puesto, camino directo al baño de las mujeres. Aunque esto también la colocaba al nivel de los pensamientos malsanos del hombre. Pero, resulto ser su mejor arma, ya que mientras Rodrigo se dirigía al baño, ella a la carrera, descalza y en silencio, abandono la oficina por la puerta principal, que aún estaba abierta.

Con el corazón a punto de estallarle y las medias empapadas, llego casi sin aliento a su vehículo. Entro y como si estuviese escapando de un asesino en serie, encendió el auto y arranco frenéticamente para alejarse. Cuando pasaba por la puerta automática del estacionamiento, pudo notar la figura de Rodrigo asomado a través de los amplios ventanales de la oficina. En ese momento sintió un inmenso alivio, el cual se vio un poco truncado al encontrarse el fuerte tráfico a solo dos cuadras de su lugar de trabajo y la lluvia arreciando. Bajo los seguros del automóvil, encendió la radio y se dijo a si misma: "Aquí dentro estaré segura"

Continuará...