Hola Hive, espero que anden todos muy bien. Por acá ha estado lloviendo, y eso me obligó a hacer una pausa en el trabajo con Otoño. Así que aprovecho este tiempo para seguir contándoles un poco más sobre este apasionante vínculo que estoy construyendo con él.
Luego de lo que les conté en el post anterior, seguimos reforzando los conceptos ya adquiridos. Una de las cosas nuevas que empecé a hacer es “dar cuerda” antes de montarlo. Esto significa hacerlo girar desde el piso, hacia ambos lados y a distintas velocidades. La idea es que él entienda cuándo debe avanzar, a qué ritmo, y también cuándo debe detenerse.
Después de eso repetimos el mismo ejercicio, pero esta vez conmigo montado.
Siempre recomiendo hacer caminar al caballo antes de montarlo. Si es un caballo nuevo, que no conocemos, con más razón. Y si está en proceso de aprendizaje, es aún más importante.
Lo que hago yo es poner la montura algo floja al principio. Después de un rato de dar cuerda, la ajusto un poco más y continúo. A veces incluso lo monto y, antes de salir del corral, le doy cuerda otra vez. Esto ayuda a que la experiencia sea más progresiva para él.
Una de las ventajas de dar cuerda es que podemos observar cómo se encuentra el caballo: si está tranquilo, nervioso, con exceso de energía. Esto ayuda mucho a evitar reacciones indeseadas y a reducir riesgos antes de montarlo.
Solo después de todo esto es que salimos del corral.
En esas primeras salidas, ya con algo de energía descargada, recomiendo empezar con un paseo tranquilo. Incluso es bueno pasar un rato simplemente caminando o quedarnos quietos un momento acariciándolo mientras estamos montados.
Cuando salimos, las primeras veces siempre trato de mantener un ritmo suave. Recién después de un tiempo empezamos a trotar un poco. Este es un momento clave porque para el caballo todo es nuevo. Si no lo maneja bien, puede reaccionar de una forma que complique las cosas. El buen domador tiene que saber manejar esa transición como tantas otras.
En nuestro caso, en la segunda salida intentamos el galope, que vendría a ser la tercera velocidad del caballo, por llamarlo de alguna forma.
Estuvimos así varias salidas, todo iba muy bien…
Hasta que un día, mientras estábamos en la finca de @meno, tres caballos que se habían escapado de un terreno vecino ingresaron al lugar. Eso provocó una regresión en Otoño.
Si bien sabemos que el proceso de doma casi nunca es lineal, este incidente nos complicó bastante.
En el próximo post les contaré cómo fueron esas reacciones y qué hicimos para superarlas.
Saludos, David