Un día par o impar, no lo recuerdo bien, escuchaba cada vez mas lejos los estallidos como relámpagos, aún cuando es señal de que todo termina el sentimiento de agitación te persigue cuál fantasma. Atormentado, mejor dicho perturbado, siento como si las balas hubieran anidado en mi pecho. Cuesta respirar, cuesta sentir, me cuesta recordar. La calma del mar contrasta con el caos en mi mente.
Día par.
Puedo ver desde mi cama una araña en la ventana. Un inquilino moroso que vive a costa mía. Pensándolo bien es algo mutuo, ella devora insectos pequeños y algunos mortales mientras yo mantengo un desorden siempre atractivo para las moscas. Prefiero pensarlo así. Desalojar a un ser vivo de su hogar no es algo de lo que me quiero encargar.
Día impar.
Definitivamente hoy es un día especial, el metro llega a tiempo, el aire es respirable, casi sale el sol. He llegado a esa etapa de la vida dónde estar en paz es más importante que cualquier cosa. Me siento ambicioso pero no deseperado, más que alegre prudente, demasiado animado para estar deprimido. Nunca he atinado a definir felicidad, pero hoy tranquilidad es lo que quiero.
Día par.
No podría estar peor: hoy por la tarde vi un fantasma. Era un ser de otra realidad, a su lado iba otro fantasma, al parecer yo también los sorprendí, noté una expresión especial en sus caras al verme parado del otro lado del estacionamiento. ¿Quiénes son?
Día impar.
Mi caos se ordena. Aquellos seres que vi ayer me empiezan a parecer familiares, tal vez su aparición entre sueños es recurrente. El caos entra a mi mente y el orden sale. Todo en su lugar para poder encontrarlo todo, casi todo. ¿Dónde estoy?
Día par.
Los días pares me dan desconfianza. Siento que todo es parte de un ciclo y en estos días transcurren cosas cotidianas que definen los días impares. Tal vez es por que un día impar implica soledad y paridad compañía. Yo no estoy solo, vivo en la ciudad con más personas en el mundo.
Día impar.
Los humanos creen que están por encima de la media. "¡Qué se joda el resto!", pensar en singular no te hace mejor que lo plural. Aunque los fantasmas también sufrimos de esos problemas de ego. Todo es sobre lo que éramos o lo que pudimos ser: asuntos pendientes.
Día par.
Nunca debí comprar este teléfono, le hace la vida más fácil a los vivos, pero nadie llama a los muertos. Tal vez ya es demasiado orden exterior por hoy, ya comencé con lo digital. Creo que mi inquilino debe estar molesto ya no hay atractivo para las moscas sin embargo el jardín sigue disponible, dejaré abierta la ventana por consideración.
Día impar.
¿Cómo consiguió mi número? Recibí un mensaje de aquel fantasma: -¿Podemos hablar? Se qué tu también me viste-. No voy a contestar, esto va en contra de mi tranquilidad sin embargo sabe que existo mientras para todos estoy muerto.
Día par.
Recibí una llamada de aquel fantasma. Parece saber mucho sobre mí, me parece cada vez más conocido, me habló de lugares y momentos que se conectaron en mi memoria. Hoy por la noche nos veremos. Cerraré la ventana sólo por hoy.
Día par.
Ayer pasé todo el día con él fue como si volviera a la vida. Un día impar que cambia el ciclo. Ordenar ya no es prioridad. Todo está claro: no somos fantasmas ni estamos muertos. Yo lo intenté matar con tanta fuerza como él a mí. Vivíamos una realidad alterna dónde según él éramos muy felices. Quisiera recordar más detalles. Hoy hay contingencia no puedo respirar.
Día impar.
Puedo ver desde mi hombro su cadáver. Mis recuerdos van adquiriendo coherencia. Yo maté a este sujeto por una razón, asimismo se desangró una parte de mi ser. Compartíamos algún órgano vital y logré arrancarlo. Morí (un poco) al instante. Era un día impar, por supuesto, del antiguo ciclo.
Día par.
No es sano vivir con los muertos. Tal vez una ofrenda en noviembre si acaso. Un espacio en la mente (más inquilinos morosos). Pero no más. Un fantasma mío, moldeado por él, lo acompañará. Haré lo mismo por consideración.
Día impar.
Cero asuntos pendientes. Orden interno. Los vivos llaman a mi teléfono. La compañía viene bien con alcohol y no estaré sólo nunca más: Mi inquilina ya es madre. El frío entra por la ventana mientras conduzco y aunque la herida arde, sentir es síntoma de vida. Hoy es día de elecciones.
Día par.
El vivo se aparece en mi puerta con frencuencia, pero no me interesa verlo más, sé que existe. Yo ordené una copia suya en mi memoria y taché la marca de "Olvidar", por si llego a necesitarlo. Siento que soy más feliz que el promedio veo cientos de expresiones planas en las calles.
Día impar.
Después de todo funcionó. Amar y odiar, la dicotomía, la elección y el rechazó. Amar nos eleva junto al Otro de vuelta a la diada, la aparente completud. Por eso la gente se enamora, para sentirse completo, vivo y elevarse por encima de la planicie, a veces se afirma que se vuela. Pero no te confundas, entre más queremos compañía más miedo le tenemos a la tranquilidad que da vivir sin agitaciones, sin ruidos, sin desorden, sin fantasmas, sin inquilinos morosos. "Mi ex" es una frase curiosa, me suena a "Lo que era, lo que éramos, lo que yo era". Asuntos pendientes, paralizan y te ponen en coma, un muerto que camina, la amnesia únicamente retrasa las cosas. Después de todo siempre te tuve.
Día par.
El teléfono no se calla. El revivido ya tiene quién le escriba. Te agradezco por leerme pero más por entenderme, no por sentirme por entenderme, no porque estes viviendo con fantasmas, ni por los inquilinos, sólo por entenderme en silencio. Tú hiciste tu vida, como aquel fantasma después de su asesinato. La única forma de vida para la que siempre estuve vivo tiene todas las respuestas: tender una red para conseguir la cena, esperar, buscar un prospecto para compartir, esperar y devorarlo luego del sexo para seguir con una vida tranquila. Amo los días pares por que me recuerdan que no estoy solo. Una manifestación de vida toma las calles. El silencio ya no es ruido. 