Si algo debo agradecerle al universo o a lo que sea que maneja los hilos del mundo es que tuve una familia amorosa que hizo el mayor esfuerzo por darme lo que ellos no tuvieron, alejarme de cualquier conflicto, educarme con el objetivo de formar dentro de mí la capacidad de elegir mi propio camino; si bien estudié en un colegió católico toda mi vida, jamás me sentí adoctrinado, más bien fue el inicio del camino que hoy estoy recorriendo con mucho orgullo.
Soy un constante buscador de la verdad, una búsqueda que jamás tendrá fin y estoy sumamente consciente de ello, sin embargo, eso no me desanima ya que no persigo verdades utópicas o absolutas, lo que busco es desenmascarar aquellos movimientos que pretenden tener dogmas irrefutables al mejor estilo de Sócrates, con el constante cuestionamiento de sus afirmaciones.
Actualmente mi vida está regida por esa obsesión por migrar y poder formar una familia incluso mejor que la que me crio a mí —si es que es eso posible— uno en el que la libertad de expresión sea respetada y no censurada o tergiversada, donde todo gobierno totalitario tenga su merecida condena en prisión por atentar contra la vida, la libertad y la propiedad de las personas y todo lo que se derive de ello.
Para esta plataforma tengo planeado un contenido dual: por un lado, está mi constante creación literaria la cual consistirá en la publicación de poesía, cuentos y otro tipo de narraciones más extensas; en segunda instancia estará mi mordaz e intensa crítica social que no siempre —por no decir nunca— será condescendiente ni políticamente correcta. Por supuesto en tercera instancia podría existir una unión de ambos contenidos.
Nos estamos leyendo.
J. Alezzandro
