.9. La señora Gloria del Tolima.
Ya había recorrido el terminal de Bogotá unas 4 veces, estaba aburrido, ya había escrito, comido, chateado, informado mi estatus de viaje y me estaba comiendo la curiosidad por el Bogotano, ya que en los pocos momentos que crucé palabras con las personas de las taquillas de boletos para los autobuses se habían mostrado fríos y parcos. En vista de eso quise entablar una conversación con algún nativo. En eso veo un puesto de chucherías y comida al que me acerco después de tomar valor y sostener la primera conversación con alguien que no estuviese viajando o fuese venezolano.
Le conté a la vendedora que estaba haciendo un diario de mi viaje y que quería hacerme una idea de como era el bogotano, el colombiano, el nativo con respecto al tema Venezuela y sus naturales (no todos pueden ser considerados ciudadanos). Gloria, natural del Tolima, una ciudad más bien campestre de la que la gente sale por tema económico, guerrilla (anteriormente) y/u oportunidades de estudio o económicas. Se mostró curiosa con respecto a como hemos sobrevivido a todo lo que ya sabemos de estos 20 años y como es que nadie hace nada. Groso modo le expliqué en la conversa de 2 horas aproximadamente como funciona Venezuela y ella como funciona Bogotá y Colombia en general, ya que se venían las elecciones presidenciales
Para mi sorpresa, las votaciones colombianas son 100% manuales: papeletas, conteo de votos, generación de resultados y todo durante el mismo día desde la misma tarde (no hay que esperar la famosa baranda, solo mis compatriotas entenderán). Tampoco se puede dar como ganador a nadie, ya que por lo general las votaciones son muy reñidas y "nada está dicho".
La Sra. Gloria me invitó un "tinto" (café negro) y yo compartí una Galleta María en agradecimiento, me decía que el "rolo", como se les dice a los bogotanos informalmente, son personas estiradas, desconfiadas, frías y tajantes, y que por eso no debía preocuparme del trato que había recibido. En cambio el "paisa", así se les dice a los medellinenses eran todo lo contrario cálidos, atentos, parranderos, invitaban a cualquiera a su mesa sin importar nada pero que inventaban muchas historias fantásticas...sentí que describía al marabino (o maracucho). Fue un alivio porque la impresión hasta ahora no era la mejor.
Hablamos sobre el costo de la vida en Bogotá: mientras para un venezolano un arriendo (alquiler) de apartamento de dos habitaciones por $400.000 pesos era una buena oportunidad, para los colombianos es algo costoso si hay que mantenerse con un salario mínimo de casi $800.000, sobre todo si se es madre soltera como ella, viviendo en un estrato 3. Las dos caras de la moneda: un buen empleo en Colombia debe ser de más de un millón de pesos para vivir medianamente bien, reduciendo gastos y evitando algunos lujos. Para el venezolano es más que suficiente.
Con respecto a la opinión que tiene sobre los venezolanos me dice que para ella son otras personas comunes y corrientes que están pasando por un mal momento, pero que también han llegado algunos con ínfulas, mala educación y mirando por encima del hombro, pero que en general parecen ser buenas personas.
¡Qué triste es como fuera de nuestras fronteras, otros venezolanos pueden seguir llevando la mentalidad que nos sumió en el fracaso y la desidia!, ¿Cómo es que no se aprende de ello? Da vergüenza ajena y propia que otros hermanos de patria se comporten así fuera de nuestra tierra. No tengo nada que decir sobre los que se portan como ciudadanos, no ha y pena ni vergüenza en ello, es lo que espero escuchar de los colombianos sobre nosotros. Nada de la cancerígena "viveza criolla" o del "cuanto hay pa' eso" que también le expliqué a la Sra. Gloria. Su cara de impresión, incredulidad y gesto de burla triste más su desaprobación dejo bastante.
Se nos fueron varias horas entre política, diferencia de marcas de productos entre Venezuela y Colombia, anaqueles llenos vs. los vacíos, cultura, comida, economía, mi viaje hasta que me llegó la hora de marcharme a Medellín.