Hace tiempo que no sé de ti, que no te tengo cerca, he salido a la calle a buscarte, pero nunca te he podido encontrar, en algún lado debes estar pero no sé dónde.
A cada paso que doy, creo estar algo más próximo a ti, confundo a otras personas contigo y corro hacia ellas, pero siempre es una falsa alarma, y otra, y otra más.
Me llega un pensamiento a mi cabeza, no es amargo como en mis pesadillas, es de un momento muy concreto en el que reíamos de la simpleza de la vida y de la complejidad de la existencia.
Esa existencia, que no es más que una bonita casualidad en un mundo lleno de caos. Los algoritmos de la vida quisieron ponernos cerca, pero también, que nos alejáramos un poco en la tormenta.
Creo saber cuál es mi destino y hacia él me dirijo, de manera irremediable, mientras lo alcanzo no quiero saber nada más, estoy centrado esperando la ventana, que espero, el algoritmo volverá a abrir una vez más.
Mi búsqueda no tiene fin, mis ganas no se desgastan, mis sentimientos permanecen y mi constancia es inmutable.
Ahora vivo de recuerdos, de pensamientos y vivencias pasadas, es lo que me sustenta y lo que me ayuda a mantener la cordura, en un mundo gobernado por la desesperación.