Contrario a lo que muchos piensan, entrenar no es sinónimo de “no comer” para perder peso, de echo te obliga a comer más y mejor, sin cohibirse de nada.

Desde que tengo memoria toda mi vida he estado involucrada en actividades deportivas, más que todo natación (por 4 años) y artes marciales (por 11 años). Si bien hoy en día ya no practico ninguna de las dos ya desde hace tiempo decidí dedicarme a entrenar en gimnasios y hacer ejercicios funcionales. La imagen de la izquierda soy yo de niña, tenía poco tiempo de haberme inscrito en artes marciales y nos metieron pronto en competencias, soy la de la izquierda.

Primero quería hacer un cambio en mi vida, la rutina de trabajar e ir a clases para luego llegar a cenar y dormir me tenía un poco decepcionada pues pensaba que la vida no debe ser solo eso. Segundo desde hacía años que quería dedicarme al fitness y llevar un estilo de vida más saludable, ya que temas como la “insulina” estaban apareciendo, además que físicamente me sentía débil.

Tan solo con tener 3 meses entrenando noté que ya los dolores musculares típicos del entrenamiento estaban disminuyendo, que tenía más fuerza y resistencia durante el día, además que obviamente me veía mejor. A medida que pasaba el tiempo y yo aumentaba los pesos de cada máquina, me sentía orgullosa pues comencé sin poder cargar nada, significaba que mis objetivos se iban cumpliendo. Para mí la hora feliz de mi día era cada vez que iba a entrenar, así que esperaba con ansias que se acabara mi hora de trabajo para irme volando a hacer lo mío.

El entrenamiento intenso y con peso se convirtió en mi amor, me dediqué a estudiar de ello, me certifiqué como entrenador personal, me di cuenta que es algo muy complejo y que habían muchísimas cosas que no sabía y que amé conocer. Mis fines de semana eran dedicados en su mayor parte a entrenar (así también drenaba las molestias de la semana).

Me despeja la mente, me siento algo así como la “Mujer Maravilla” indestructible… Físicamente me siento fuerte y poderosa. Además cuando entreno en grupo es muy divertido.

Me certifiqué con la doble intención de ayudar a las personas, ya que el ejercicio puede servir en muchos aspectos a evitar y superar enfermedades. La meta es servir y ayudar. Me he dado cuenta que hay muchas personas que por desconocimientos pueden terminar muy mal, que una mala información puede hacer la diferencia entre la vida y la muerte.

Les confesaré (contrarío a lo que deben pensar) que toda mi vida he sido dulcera de corazón, para mí una comida no estaba (ni lo está) completa hasta que llegará el postre. Mi hora feliz cuando niña era a las 3 de la tarde pues era la hora de la merienda, lo cual para mí se traducía en “HORA DE COMER CHOCOLATES” o cualquier cosa, pero sobre todo chocolate.

Nunca le di importancia a la alimentación, yo comía lo que me apetecía. Y como todos sabemos, comer rico no siempre significa comer muy sano y eso influye en tener unos kilitos de más… Así es, yo los tenía y me siento orgullosa.

No, bueno si… Como lechuga, pollo, arroz, queso, torta, etc. Como de todo, pero es que me encanta comer.

Actualmente sigo comiendo lo que me apetece pero con más moderación pues debo tener en cuenta mis niveles de insulina. Me gusta todo tipo de comida, y sigo siendo una amante de los postres y siempre que puedo los como con mis amigos y familia. La única diferencia es que me he dedicado a aprender hacerlos más saludables, sin azúcares refinados, sin harinas blancas, libres de lactosa. De hecho llegué a tener mi marca de galletas para atletas y personas diabéticas, unas galletas saludables y ricas. Actualmente ya no las vendo las hago para mi solita.