Parte 1
Mi nombre es Reinaldo Montilla, de nacionalidad venezolana, les voy a contar mi historia de cómo me enamoré de la gastronomía peruana y cómo llegué a construir Chifareyfusion.
A principios del año 2018 me tocó migrar a Perú en busca de nuevas oportunidades, al llegar comencé a trabajar en un restaurante, para muchos migrantes es suerte, ya que llegar y contar con un empleo era algo sumamente bueno, allí me desempeñaba en todas las áreas ejemplo; atención al cliente, ayudante de cocina, lavaplatos y mesero.
Como todo migrante viví momentos de nostalgias, depresión y frustración por estar donde me tocó y no donde quería, eso me conllevó a perder mi primer empleo...
Por mi cabeza solo pasaba ¿Y ahora que haré?
En ese momento decidí trabajar por mi cuenta ya que cuando decidí migrar sabía que tenía que hacer lo necesario para salir adelante.
Comencé a vender café y pastelitos en las calles, con el dinero de mi trabajo anterior compré insumos y materiales para dicha labor, el primer día me levanté muy temprano con todo el entusiasmo a preparar la comida para salir a vender a las 6:00 am ya estaba en las calles ofreciendo lo que había preparado, relativamente a todos los negocios cercanos, corrí con la suerte literalmente de que muchas personas me conocieran y logré vender todo muy rápido, me sentí feliz. Así que reinvertí todo para salir al día siguiente con más cantidad , así sucedió me levanté más temprano, ya que tenía más por hacer. Nuevamente a las 6:00 am estaba en las calles de Lima ofreciendo pasteles y café. Esta vez no fue igual las personas que me habían comprado por primera vez lo habian echo por solidaridad, porque sentian curiosidad y también porque me conocía. Aunque lo que vendía era bueno y de calidad no puedes cambiar las costumbres y la gastronomía de un país. Ese día me sobró más de la tercera parte de la mercancía y lamentablemente perdí parte de mi capital, y gané decepción, frustración y dudas para continuar. Al día siguiente me levanté igual temprano pero ya no con el mismo entusiasmo, me deje invadir por la duda y en lo que más pensaba era en el rechazo. Esa experiencia de llegar ofrecer y que muchos ni me miraban, no se tomaban la molestia de siquiera decir No! Simplemente me ignoraban como sino existiera. El desánimo y la falta de optimismo hicieron que me demorara más en la preparación y terminé saliendo a las 7:00 am con poca mercancía, solo para pasar por mi cuadra y solo ofrecerle a las personas conocidas, ya no quería ir a otros lugares donde fui ignorado, porque cuando ofrecí ya la mayoría había desayunado y otros por solidaridad volvieron a comprar. Y nuevamente me quedó mercancía, regresé a casa oré y le pedí persistencia a Dios, pensé mañana salgo de nuevo y hasta que no venda todo no regresaré a la casa.
Al dia siguiente salí temprano, ofrecí por mi cuadra vendí un poco, luego de allí camine a otra zona que no había ido. Allí fue peor ya que otros venezolanos estaban vendiendo cosas como empanadas, tizana, pasteles. Y habían dejado una mala imagen del verdadero producto venezolano por ende nadie me compró, igual no desistí y seguí caminando más lejos, como me lo dije no iba a regresar hasta haber vendido todo, mientras pasaban los minutos me iba desanimado nuevamente y hasta dudaba en ofrecer, simplemente caminaba por la zona, esperando que alguien se acercara y me preguntaban que vendía, o así sea me pidiesen un café, aunque sabía que no pasaría.
Frustrado y desesperado pensaba en la posibilidad de dar la vuelta a la situación, analizando cada escenario vivido, haciendo caso a los comentarios de algunas personas las cuales me compraban y me sugerían vender lo que consumían en Perú, por ejemplo: tallarines con pollo, papita sancochada, arroz con pollo, ceviche, chamfainita, etc... Sabían que tengo buena sazón y me sugerían, por ello decidí ofrecer para el siguiente día.
Era lo más lógico, ya que la demanda era mayor. Mis pasteles y empanadas eran buenas, pero no tenía tiempo para hacer la clientela, porque el migrante en general vive para pagar arriendo, servicios y asi poder enviar algo a sus familiares.
Tomé la decisión y comencé a vender comida peruana con los desayunos ya mencionados, de los cuales está acostumbrado el peruano, a su pan con diversos rellenos, maca, soya, quinoa y semillas. Ese día vendí todo y rápido. Al día siguiente fue igual y al siguiente igual y así paso una semana y era mucho más fácil vender todos mis platillos, pero lamentablemente no conocía más variedad de platos y sólo tenía conocimientos de algunos, así que no siempre iban a comprar los mismos clientes, y para cubrir otros lugares se me hacía tarde y cuando iba ya habían desayunado, por otra parte es que el márgen de ganancia de esos desayuno era bajo de 20 a 30 céntimos por plato, y para la cantidad que vendía no cubría mis gastos. Hacer más cantidades significaba pérdida porque el tiempo no estaba a mi favor, un mercado a otro era relativamente lejos y si pagaba moto se iba más dinero en pasaje, asi qué decidí vender menú también.
Reduje un poco la cantidad de desayuno, ya que el menú dejaba un poco más de ganancias, la idea era vender los desayunos e ir ofreciendo el menú al mismo tiempo, terminar rápido el desayuno para comprar las cosas y subir a preparar los almuerzos encargos, así inicié...
El primer día tenía encargos 11 almuerzos, preparé y bajé a repartir. El segundo día logré vender 15 almuerzos , y todo bien. Ya para el tercer día había ofrecido 3 menú, lo cual fue un caos total, me ganó la hora ya que no contaba con la suficientes ollas y tenía encargo menú variados porqué no querian todos el menú que ofrecía y me tocaba preparar otra cosa para poder vender, arriesgaba y buscaba la receta en internet, viendo preparaba y me demoraba más, así que ese día a la 1:30 pm salí a entregar y muchas personas estaban molestas, otros ya habían almorzado en otro lugar. Me disculpe diciéndole, Les obsequio el almuerzo! Al ver mis disculpas sinceras lo tomaban y lo pagaban.
Al día siguiente tenía ofrecido 25 almuerzos, no quise inventar con más para no pasara lo mismo, preparé 19 secos de pollo y 6 de otro, como les comento tenía una sola olla grande, las otras eras pequeñas, me tocó preparar el frejol ya que demoraba más, para poder desocupar la olla y hacer la sopa, la cuál me tocó apagarla antes de tiempo porque estaba sobre la hora de entregar, ya habia servido los el plato principal y se iban a enfríar, así qué ese día las verduras quedarían duras, es algo que no debía pasar o iba a perder esos clientes. Entregué todo y me fui a casa. Pensando y analizando cuál era mi capacidad de distribución, llegué a la conclusión solo era para 20 almuerzos y planificados del día anterior porque era una inversión con la que no contaba de un capital, un ayudante en este caso venezolano, ya qué lo mínimo que aspiraban ganar en ese tiempo eran 200 soles a la semana, cada menú lo vendía en 6 soles, dejaba un márgen de ganancia de 2.5 soles por menú , un ayudante tenía que asegurar mínimo una venta de de 12 almuerzos diarios por su cuenta y eso era sólo para cubrir su sueldo, entonces lógicamente tenía que vender unos 25 almuerzos. De tanto buscar dicho ayudante la respuesta era NO, no me gusta ofrecer, bajar esas escaleras hasta 6 veces por día es exagerado, fue un poco difícil realmente y bueno llegué a la conclusión, quizás hubiese podido dar más de mí, seguro encontraría ese ayudante o la solución, pero mi, principalmente mi objetivo al migrar no era hacer mi vida en otro país ya que siempre quise regresar...
Esas fue una de las cosas que me tocó vivir en mis pasos por el Perú, y en sí me di cuenta que no iba a ser fácil
Fotos de mi propiedad, tomada desde mi teléfono Redmi 13, Xiaomi
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