Hace dias me encontraba en mi lugar favorito y no pude evitar escribir un post sobre esto...

Desde que estaba en el vientre de mi mamá me fascina el mar, tanto así que mis papás iban todos los días para poder calmar las patadas que yo daba (para niña inquieta, yo)
Cuando me sumergí en él sentí una paz inmensa, esa que se siente luego de un mal tiempo, de una mala racha. Le agradecí (sí, al mar) por permitirme estar allí de nuevo, donde más me gustaba estar...entre sus olas; también le agradecí por enviarme tanto las cosas buenas como malas que me han hecho quien soy ahora.
Luego antes de partir a casa, me quedé contemplando su inmensidad, sus olas, la forma con las que éstas te envuelven, lo maravillosamente perfecto que ese lugar era y allí supe que tenia que dedicar un post a esa inmensidad azul a la que llamamos Mar y todo esto por el hecho de que el poder oler su aroma todas las noches antes de acostarme, y poderlo ver la mañana siguiente me hace ser una mujer afortunada.

A ti gracias, por hacerme hija de tus aguas.