Hay días en los que no me reconozco.
Días en los que me pesa el alma, me cuesta el cuerpo, y mi reflejo parece una versión apagada de quien fui.
Y es ahí —justo ahí— donde más necesito que mi mirada no sea un juicio, sino un abrazo.
Porque no siempre es fácil tener compasión con una misma.
Lo confieso.
Me he exigido ser fuerte cuando en realidad necesitaba llorar.
Me he llamado “débil” por sentir, por detenerme, por no poder con todo.
Pero hoy lo veo distinto.
He descubierto que la verdadera compasión no es suavizar la vida, sino mirar mi sombra sin abandonarme.
Es quedarme conmigo cuando caigo, cuando fallo, cuando retrocedo.
Es no huir de mí… ni siquiera cuando me siento rota.
Mirarme con compasión no es justificar mis errores,
es reconocer que detrás de cada acción hay una historia, un miedo, una herida no resuelta.
Es ser lo suficientemente honesta como para decir:
“No estoy bien. Pero sigo aquí. Y eso también es digno de amor”.
Durante mucho tiempo pensé que ser compasiva conmigo era ser indulgente.
Pero no.
La compasión verdadera es intensamente valiente.
Es ver mis fracturas y no taparlas con positivismo superficial,
sino sentarme con ellas… sin disfraz, sin prisa.
Y desde ahí, elegir no tratarme como enemiga.
Qué diferente sería el mundo si todas aprendiéramos a hablarnos con ternura.
A no gritarnos por dentro.
A no repetir los mismos patrones de exigencia que aprendimos de fuera.
Hoy “volver a mí” es también desaprender la dureza con la que me eduqué emocionalmente.
Ya no quiero seguir la voz que me dice que debería estar más adelante, más delgada, más productiva, más alegre.
Hoy prefiero habitar el punto exacto en el que estoy… con todo lo que soy.
Incluso cuando me siento rota, soy tierra fértil.
Y sé que no es fácil.
A veces mirar hacia adentro es incómodo,
porque aparecen partes que escondimos durante años:
la niña herida, la mujer cansada, la adulta exigente.
Pero si aprendo a mirarlas sin juicio,
si las reconozco sin callarlas,
si me abrazo en medio del ruido…
entonces estoy sanando.
🌿 Porque la compasión conmigo misma es el puente entre mi herida y mi medicina.
🌿 Es el arte de recordarme que incluso en la oscuridad, no he dejado de florecer.
No me culpo más por no haber sabido antes.
Hoy me agradezco por atreverme a mirar.
A sentir.
A quedarme.
Y si alguna vez me pierdo —porque sé que ocurrirá—
quiero que estas palabras me encuentren:
“Estoy aquí.
Me veo.
Me reconozco.
No tengo que tener todas las respuestas,
solo el coraje de no soltarme la mano”.
💗 Afirmación para hoy:
"Elijo mirarme con honestidad y ternura. Mi sombra también merece amor. Hoy me sostengo, sin condiciones."
El texto es de mi completa autoría. La imagen fue creada con ayuda de la inteligencia artificial, porque me gusta expresar con detalles mis emociones y dar forma visual a lo que nace desde el alma.
@florecemujer 🌷
Gracias por leerme
Gracias por estar
Gracias por ser así...