In the foothills of the superb Demand Mountain Range, outside the walls of that emblematic town that was the fiefdom of a lady, Doña Lambra, whose cruel determination was passed down to posterity for having been the cause of the horrible fate of the infants of Lara and whose vicissitudes marked forever the glorious pages of the popular Castilian Romance, a solitary hermitage, closed tight and surrounded by those curious plants, whose fruit, deadly of necessity, is popularly known as 'the Devil's tomatoes', commands respect to everyone, that, curious, seeks to break the spell of its obstinate hermeticism.
Historians say that it belongs to that dream time, in which, metaphorically swimming against the current between history and legend, the Visigothic empire was definitively crumbled into the unfathomable puddles of time and memory. Its rectangular plan resembles an ark, perhaps with the same measurements that Yahweh gave to that mysterious Patron of universal seafaring, who was, without a doubt, the fortunate Patriarch Noah. But the enigmatic thing also lies in the humble and anonymous tomb, which, located a few meters from the west side, invites us to speculate about the identity of the mysterious character who rests eternally there and to whom someone, piously, left some simple flowers plastic, possibly with the desire to break the spell of death, based on its durability.
En las estribaciones de la soberbia Sierra de la Demanda, extramuros de ese emblemático pueblo que fuera feudo de una dama, Doña Lambra, cuya cruel determinación pasó a la posteridad por haber sido la inductora del horrible destino de los infantes de Lara y cuyas vicisitudes marcaron para siempre las gloriosas páginas del popular Romancero castellano, una ermita solitaria, cerrada a cal y canto y rodeada por esas curiosas plantas, cuyo fruto, mortal de necesidad, se conoce popularmente como ‘los tomatitos del Diablo’, impone respeto a todo aquel, que, curioso, pretenda romper el hechizo de su obstinado hermetismo.
Dicen los historiadores, que pertenece a ese tiempo de ensueño, en el que, metafóricamente nadando a contracorriente entre la historia y la leyenda, el imperio visigodo quedó definitivamente desmenuzado en los charcos insondables del tiempo y de la memoria. Su planta, rectangular, semeja un arca, quizás con las mismas medidas que Yahvé le diera a aquel misterioso Patrón de la marinería universal, que fue, no cabe duda, el afortunado Patriarca Noé. Pero lo enigmático, además, radica también en la humilde y anónima tumba, que, situada a escasos metros del lado de poniente, invita a especular sobre la identidad del misterioso personaje que descansa eternamente allí y al que alguien, piadosamente, dejó unas sencillas flores de plástico, posiblemente con el deseo de romper el hechizo de la muerte, en base a su perdurabilidad.
NOTICE: Both the text and the accompanying photographs are my exclusive intellectual property and are therefore subject to my Copyright.
AVISO: Tanto el texto, como las fotografías que lo acompañan, son de mi exclusiva propiedad intelectual y por lo tanto, están sujetos a mis Derechos de Autor.
