There are places that, from a first glance, warn the lucky viewer that they have a soul. And that ancient and wonderful soul has enough strength to transmit an entire fascinating universe of sensations through that metaphorical veil of incomprehensible esotericism that is always behind all visual symbolism. Places that inspire melancholic respect and that seduce, with a similar inevitability as destiny itself does, that romantic spirit that always accompanies us, freeing it from the chains that keep it prisoner to the corruption of the flesh.
Places, where even Time maintains an attitude of prudential respect and where even the most convoluted theorems of Borges's metaphysics worship the magic of a vision, which, like that of God, can also become a second, a glimpse of glorious eternity.
Hay lugares que ya, desde un primer vistazo, advierten, al afortunado espectador, que tienen alma. Y que esa alma, antigua y maravillosa tiene la fuerza suficiente para transmitir todo un fascinante universo de sensaciones a través de ese metafórico velo de esoterismo inaprehensible que hay siempre detrás de todo simbolismo visual. Lugares que inspiran respetos melancólicos y que seducen, con similar inevitabilidad a como lo hace el propio destino, a ese espíritu romántico que siempre nos acompaña, liberándolo de las cadenas que lo mantienen prisionero a la corrupción de la carne.
Lugares, donde incluso el Tiempo mantiene una actitud de prudencial respeto y donde incluso los teoremas más enrevesados de la metafísica de Borges rinden culto a la magia de una visión, que, a semejanza de la de Dios, puede llegar también a hacer de un segundo, todo un atisbo de gloriosa eternidad.
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