Pasé 17 años de mi vida en Maracaibo y sí es mucho lo que se puede decir de la comida maracucha, pero sépalo caballero, así paren este barco a mí que no me bajen de estos sartenes llenos de sabor, la vistosidad, y crocancia ayyy ayyy ayyy es que es imposible resistirse a tanto sabor, esto de verdad es un peligro que hay que correr por lo menos una vez al año, para disfrutar de la vida como se merece.
La cocina maracucha, nacida en esta tierra donde el sol calienta más, aunque usted no lo crea, se caracteriza por una peculiaridad que la hace inconfundible: la abundancia llevada al extremo, la fritura como método predilecto y la generosidad desbordante de salsas. Aquí, los platos no conocen la moderación; son una explosión de sabores y texturas donde la contundencia es la norma. Cada preparación parece concebida para saciar el apetito más voraz, con porciones que a menudo desafían los límites del plato.
Y como yo soy “buen diente” como dirían los abuelos, pues me decidí salir a buscar en la Tierra del Sol Amada esa superhamburguesa, que calmara mi apetito voraz y además me hiciera reafirmar que todo eso que dicen de la comida maracucha es completamente cierto.
Finalmente, llegamos al lugar, las hamburguesas pintaban bastante bien. Yo pedí una hamburguesa Whopper especial de lomo de cerdo con papas fritas. A decir verdad tenía un buen presentimiento es que el cerdo era asado en la parrillera y ese sabor ahumado nunca, léase bien, nunca nos deja mal. Así que yo solo esperé con fe por esa hamburguesa.
Ya cuando ese plato de los Dioses estaba frente a mí, solo se me ocurrió abrir para verificar los detalles y era real. La hamburguesa tenía un gran pedazo de queso cebú encima de la carne. Eso les confieso me hizo suspirar de amor. Y es que ¿Cómo no enamorarse? Para hacerles el cuento corto, cuando ya quedaba el último mordisco tenía un torbellino de emociones no sabía si ser completamente feliz porque la hamburguesa estuvo divina o ponerme triste porque se había acabado.
Para su tranquilidad decidí ser feliz y disfrutar cada uno de esos pequeños detalles de la vida, como por ejemplo esa hamburguesa divina. Hablando de todo la comida maracucha debería ser un patrimonio para la humanidad.
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I spent 17 years of my life in Maracaibo and yes, there is a lot to say about Maracaibo's food, but you know what, gentlemen, if you stop this boat, you can't take me off these frying pans full of flavour, the colourfulness and crunchiness ayyy ayyy ayyy ayyy ayyy is that it is impossible to resist so much flavour, this really is a danger that you have to run at least once a year, to enjoy life as it deserves to be enjoyed.
Maracucho cuisine, born in this land where the sun is hotter, believe it or not, is characterised by a peculiarity that makes it unmistakable: abundance taken to the extreme, frying as the preferred method and the overflowing generosity of sauces. Here, the dishes know no moderation; they are an explosion of flavours and textures where forcefulness is the rule. Each preparation seems designed to satisfy the most voracious appetite, with portions that often defy the limits of the plate.
And since I am ‘good tooth’ as the grandparents would say, I decided to go out and look for that superburger in the Land of the Beloved Sun, which would calm my voracious appetite and also make me reaffirm that everything they say about the food in Maracaibo is completely true.
Finally, we arrived at the place, the burgers looked pretty good. I ordered a special pork loin Whopper burger with fries. To tell you the truth I had a good feeling that the pork was barbecued on the grill and that smoky flavour never, read that right, never leaves us bad. So I just waited in faith for that burger.
When that plate of the Gods was in front of me, I just happened to open it to check the details and it was real. The burger had a big piece of zebu cheese on top of the meat. I confess that made me sigh with love. And how could you not fall in love? To make a long story short, when the last bite was left I was in a whirlwind of emotions, I didn't know whether to be completely happy because the burger was divine or sad because it was over.
For peace of mind I decided to be happy and enjoy every little detail of life, such as that divine burger. All in all, Maracaibo food should be a heritage of humanity.
Las fotos y contenido aquí compartido con ustedes son de mi autoría. Las fotos fueron tomadas con mi teléfono Redmi Xiaomi 9. Y la traducción al inglés fue realizada con DeepL
The photos and content here shared with you are my authorship. The photos were taken with my Redmi Xiaomi 9 phone. And the English translation was done with DeepL.
