
Fuente
El Reloj está bajo una manta. Mi padre, quien ahora gobierna el mundo, prohibió su uso. Lo inventamos juntos hace cientos de años, igual como inventamos el sistema que nos permitió convertir a los humanos en ciborgs para salvarlos de la peste come carne.
Durante los 200 años que dormí criogenizada muchas cosas cambiaron. Ahora mi padre amenaza con extinguir a la humanidad con la misma tecnología que inventamos para salvarla. Ha pasado demasiado tiempo, es el 450 después de Vega y me niego a aceptar que el trabajo de mi larga existencia haya causado éste caos, este horror, este infierno. Me niego a creer que dejé que mi padre se convirtiera en un despiadado monstruo.
Oigo las balas y los golpes de los androides y me apresuro a encender el Reloj. Preparo la última fórmula que queda y la inyecto violentamente en mi pierna humana, la pierna biónica dejó de funcionar, así que me arrastro dentro de la máquina. Mi brazo humano está herido, pero me las arreglo para configurar las coordenadas:
2050 antes de Vega, el 3 de Abril
El día que se me ocurrió la conexión neuronal humano-máquina. El día que mi padre y yo cambiamos el mundo y las eras se dividieron con nuestro apellido. El Reloj comienza a funcionar y me arrastra, como una corriente de agua furiosa me hala hacia atrás con una fuerza devastadora, luego me arroja en un parpadeo.
La visión de mi yo más joven trabajando hace más de 400 años me desarma, mi padre enfermo con la peste era mi motivación. Ambos me observan maravillados y asustados, son científicos brillantes, personas buenas, casi no puedo creer que nos convertimos en villanos.
-Vengo del futuro. -digo mirado a mi antigua yo sin partes biónicas. Ella se maravilla. Verme ahí, mitad humana, mitad robot es el sueño de su vida.
-¿Cómo es el mundo? –pregunta mi padre. La peste ya se ha comido la mitad de su brazo y falta poco para que alcance su pecho y su corazón.
-Lo destruiste. –respondo. –Pero sé cómo repararlo.
Uso el arma de cañón de mi brazo biónico y le disparo antes de que pueda arrepentirme.
-¡¿POR QUÉ HACES ESTO?! –grita mi yo del pasado llorando sobre el cuerpo de su padre.
-Porque le permitirás destruir a la humanidad.
Le disparo a ella y me quedo allí para verla morir. Para verme morir a mí misma a través de los siglos.
Problema resuelto, pienso mientras me siento en el suelo y me inundan las emociones por lo que acabo de hacer. El odio por mi creación logró hacerme destruirla y me tomó más de 400 años entender que no éramos la salvación de la humanidad, éramos su fin.

Imagen de mi propiedad creada en Canva
¡Gracias por leer!
Acá te dejo mi relato anterior
Casi Cien años