It was a sunny Thursday morning, which seemed to be a very hot day. I told my husband "my love, remember that today is Thursday and it is my turn to go shopping. I am going with my friend Lucia since she ran out of food".
My husband replied "ok my love be very careful, you know that driving a wheelchair is sometimes very difficult". I stood there thinking for a moment and lamenting that my friend Lucia in her condition has to go out and stand in long lines with me so she can have something to eat. I decide to push those pessimistic thoughts out of my mind and start getting dressed to go out.
Imagen in pixabay by codipunnett
When looking for my friend Lucia, I found the pleasant news that they were going to take us to the market and leave us there, so it would be easier to get there. Even though Lucia has a birth condition of cerebral palsy she has been able to do things that many other people in her condition cannot, she is the bravest person I know.
We went quickly to the site and made a long line in which we spent about 2 hours, it was a very short time compared to the more than 8 hours that other people had to spend, as my friend had a condition they let us pass faster. We were very happy, that day we were able to buy 3 corn flour each, 1 kilogram of rice, shampoo, toilet paper and bath soap. It was not always possible to find hygiene products, there was no toothpaste, sanitary napkins among other things, but with the things we bought we were happy.
Lucia carried our shopping on her legs, which made it easier for me to manage the wheelchair. No way! You have to cross a busy street. "Thank God there is a traffic light!" I thought out loud. When I go halfway across the street I could no longer move forward, something was wrong with the chair, Lucia between nerves shouted "we fell into a hole". My look became desperate, the traffic light was about to change and I was still there in the middle of the street, there was not even a person walking around that could help us.
Those seconds we were there felt like the longest of my life, I had time to remember my husband's words before leaving, where he told me to be careful with the wheelchair. What occurred to me at that moment was to remove the bag from my friend's legs to make the chair lighter so I could move it. My teeth were on edge, but what I had experienced had not been as uncomfortable as what I had yet to experience. As I picked up the bag, I didn't realize how heavy it was and the weight of the bag threw me off balance and I fell forward with the bag. How embarrassing! On one side was my friend with the wheel of her wheelchair stuck and on the other side was me on the floor.
I felt that my life and my friend's life was in danger and from down there I could do nothing, I looked up only to see the traffic light changing color and I imagined the worst. Moments later something happened that I did not imagine, the two cars that were first to pass were placed one in front of the other, blocking the passage of others and the drivers got off and ran to help us, they pulled my friend out of there and helped me to lift, I felt my teeth on edge, however, I told them how grateful I was for that gesture.
When we were safe, the two drivers returned to their vehicles and opened the way, so everything returned to normal. Lucia said to me "Marta, are you ok?" when she saw my face so red and my lost look. Slowly I saw her eyes and started to laugh, just remembering how the two of us were stuck in that street, she also started to laugh. People passed by and looked at us strangely because of the way we were laughing.
It has been 4 years since then and the food situation has improved, we can go shopping the day we want and we get the necessary things. However, that moment even though it set my teeth on edge, whenever I remember it I still laugh as much as I did that day, after all the embarrassment we went through it became the funniest anecdote of my life. No matter what situation we may be in, the little moments with our friends make life funnier.
Originally published in Spanish and translated by Deepl.
Español
Era una mañana soleada de un día jueves, que aparentaba ser un día muy caluroso. Le dije a mi esposo " mi amor, recuerda que hoy es jueves y me corresponde ir a comprar. Voy junto a mi amiga Lucía ya que a ella se le acabaron sus alimentos".
Mi esposo respondió " ok mi amor ten mucho cuidado, sabes que manejar una silla de ruedas a veces es muy difícil". Me quedé pensando por un momento y a lamentarme porque mi amiga Lucía en su condición tiene que salir a hacer largas colas conmigo para poder tener que comer. Decido alejar esos pensamientos pesimistas de mi mente y comenzar a vestirme para salir.
Imagen in pixabay by codipunnett
Al buscar a mi amiga Lucía, me encontré con la agradable noticia de que nos iban a llevar al mercado y nos dejaban allá, así que sería más sencillo llegar hasta ese sitió. A pesar de que Lucía tiene una condición de nacimiento de parálisis cerebral ha podido hacer cosas que muchos otras personas en su condición no pueden, es la persona más valiente que conozco.
Nos dirigimos rápidamente al sitio e hicimos una larga fila en la que pasamos alrededor de 2 horas, era un tiempo muy corto comparado con las más de 8 horas que tenían que pasar las demás personas, como mi amiga tenía una condición nos dejaron pasar más rápido. Estábamos muy contentas, ese día pudimos comprar 3 harinas de maíz cada una, 1 kilogramo de arroz, shampoo, papel higiénico y jabón de baño. No siempre se lograban encontrar productos de higiene, no había pasta de dientes, toallas sanitarias entre otras cosas, pero con las cosas que compramos estábamos felices.
Lucía llevaba nuestras compras en sus piernas, de esa manera se me hacía más fácil manejar la silla de ruedas. ¡No puede ser! Hay que cruzar una calle muy transitada. "¡gracias a Dios hay un semáforo!" Pensé en voz alta. Cuando voy por la mitad de la calle ya no podía avanzar, algo andaba mal con la silla, Lucía entre los nervios gritó "caímos en un hueco". Mi mirada se volvió desesperada, ya iba a cambiar el semáforo y yo aun estaba allí en medio de la calle, ni siquiera había una persona caminando por allí que nos pudiera ayudar.
Esos segundos que llevábamos allí se sentían como los más largos de mi vida, tuve tiempo de recordar las palabras de mi esposo antes de salir, donde me decía que tuviera cuidado con la silla de ruedas. Lo que se me ocurrió en ese momento fué quitar la bolsa de las piernas de mi amiga para que pesara menos la silla y así poder moverla. Tenía los dientes de punta, pero lo que había vivido no había sido tan incómodo como lo que me faltaba por vivir aún. Al tomar la bolsa, no me di cuenta de lo pesada que estaba y el peso de la bolsa me desestabilizó y caí hacia adelante con la bolsa. ¡Que vergüenza! Por un lado estaba mi amiga con la rueda de su silla de ruedas atorada y por el otro lado yo en el piso.
Sentí que mi vida y la de mi amiga estaba en peligro y ya desde ahí abajo no podía hacer nada, subí la mirada solo para ver el semáforo que cambiaba de color y me imaginé lo peor. Momentos después sucedió algo que no me imaginé, los dos automóviles que estaban de primeros para pasar se colocaron uno frente al otro, bloqueando el paso de los demás y los conductores se bajaron corrieron a ayudarnos, sacaron a mi amiga de allí y a mi me ayudaron a levantar, sentía los dientes de punta, sin embargo, les dije lo agradecida que estaba por ese gesto.
Cuando ya estuvimos a salvo los dos conductores se devolvieron a sus vehículos y abrieron el paso, así todo volvió a la normalidad. Lucía me dijo " Marta ¿estas bien?" Al ver mi rostro tan rojo y mi mirada perdida. Lentamente vi sus ojos y comencé a reírme, nada más de recordar como nos veíamos allí las dos en esa calle atoradas, ella también comenzó a reír. Las personas pasaban y nos veían extraño por la manera en que nos reíamos.
De eso han pasado 4 años ya la situación con la comida ha mejorado, podemos ir el día que nos provoque a comprar y conseguimos las cosas necesarias. Sin embargo, ese momento aunque puso mis dientes de punta, siempre que lo recuerdo me sigue dando tanta risa como ese día, después de tanta vergüenza que pasamos eso se convirtió en la anécdota más graciosa de mi vida. No importa la situación que podamos vivir, los pequeños momentos junto a nuestros amigos hacen la vida más divertida.
Publicación hecha originalmente en español y traducida en traductor Deepl.