¿Es posible que la generación que más acceso tiene a herramientas de autoexpresión sea también la que más lucha por definir su propia identidad? La Generación Z, constantemente conectada a las redes, navegando entre estéticas y tendencias que cambian a la velocidad de la luz, parece estar atrapada en una problemática severa. En un mundo donde todo puede ser estético, donde cada lágrima, cada playlist y cada visita a una cafetería puede formar parte de un "proyecto visual," ¿dónde queda espacio para descubrir quiénes somos realmente? Aqui abordaremos este tema y como en lo personal me afecta siendo una adolescente de 16 años.
¿Es la obsesión por lo “perfecto” un grito de auxilio disfrazado de estética impecable?
La Generación Z ha sido testigo de una explosión de herramientas digitales que prometen facilitar la autoexpresión. Sin embargo, estas herramientas, como Instagram, TikTok y Pinterest, parecen haber cultivado un entorno donde la "identidad" se mide por su capacidad de generar likes y vistas. Las estéticas como "Dark Academia," "Coquette" o incluso algo tan específico como "Mouth White Chocolate" no son solo tendencias, para muchos jóvenes, son un estilo de vida completo que traduce quiénes son o quiénes quieren aparentar ser.
En este contexto, actividades tan simples como tomar un café o salir a caminar se han convertido en actos performativos. ¿El café está delicioso? Por favor ¿A quien le importa?. Lo que importa es si el lugar tiene las luces adecuadas, una decoración bonita y un menú que complemente la historia que queremos proyectar en redes sociales. La vida, en lugar de ser vivida y experimentada, parece estar siendo empaquetada cuidadosamente como una película para una audiencia invisible.
Y aunque esta obsesión estética puede parecer sin importancia, en realidad esconde algo más profundo: una lucha constante por pertenecer. En lugar de desafiar las expectativas sociales, muchos jóvenes se sienten atrapados intentando cumplirlas. Incluso la música, que solía ser un medio puro de expresión, se ha vuelto parte de esta problemática.bElegir una canción ya no es solo cuestión de gusto, es un proceso estratégico para encontrar la que encaje perfectamente con el vibe de tu última historia en Instagram o TikTok.
Por otro lado, esta generación ha encontrado maneras de romantizar los desafíos cotidianos. Llorar, reprobar exámenes o enfrentar problemas comunes no se perciben como fallas o debilidades, sino como oportunidades para validar su película ficticia sobre si mismos. Publicar una foto llorando o un video confesional puede ser tanto un acto de vulnerabilidad como una manera de alinearse con esa gran necesidad de ser vista de cierta forma. Pero ¿cuánto de esto es genuino y cuánto es presión social?
Ahora hablando de mi experiencia personal, vivir en un mar de diversas tendencias la cual cada una tenga forma muy específicas de comportamiento, estilo de vida, vibes, ropa e incluso alimentación es simplemente agotante y absurdo. Rozando la linea de la terapia las personas que se apegan a una tendencia como si fuera su única forma de vivir, las cuales juran y prometen que será su estilo de vida durante decadas, solo para que en menos de dos semanas salga otra tendencia y por ende un nuevo estilo de vida el cuales estás mismas persona se acoplan como si fueran de plastilina.
Buscar tu identidad propia en un mar de superficialidad es agotador y un reto los cuales muchos (sin darse cuenta) se dejan influenciar con este cambio constante, tan perturbador como desgastante.
Personalmente trato que esto no me afecte, solo vivo haciendo lo que me gusta sin importar si está de moda o no, bailo, dibujo, hago manualidades, me gustan muchísimo los videojuegos, algunos días puedo vestir formal y otros más casual, me maquillo pero no me obligo hacerlo cuando no quiero, soy responsable pero a mí tiempo, soy muy creativa y lo utilizo a mi favor. Soy muy diversa, y está bien, porque actúo como yo, se cómo soy yo y me cuido como solo yo de hacerlo. Y estoy feliz por como soy.
Continuando...La Generación Z vive en un espacio complejo, donde la conexión constante y la necesidad de crear la imagen perfecta parecen haber reemplazado la autenticidad. La presión por encajar en estéticas ya creadas y la obsesión por proyectar una vida idealizada han generado una generación que, irónicamente, lucha por encontrar su verdadera personalidad en medio de infinitas opciones. Mientras los centennials transforman los lugares comunes en escenarios para sus historias y buscan la aprobación en cada publicación, también están demostrando una profunda necesidad de pertenecer y ser validados.
Sin embargo, esta realidad no tiene por qué ser negativa.La capacidad de convertir momentos ordinarios en algo visualmente atractivo también refleja una generación que ve belleza en lo cotidiano y que está redefiniendo lo que significa conectar con el mundo. El desafío está en encontrar un equilibrio (cómo todo en la vida) entre el deseo de proyectar una identidad y la posibilidad de ser auténtico, vulnerable y único. Porque, al final del día, la verdadera personalidad no está en los likes ni en los estéticos impecables, sino en la capacidad de aceptar quiénes somos detrás de las cámaras y los filtros.
Ahora mi querido/a leyentes te invito como una adolescente de 16 tratando de hacer el cambio que te preguntes a ti ¿Este cambio constante está afectando mi vida? ¿Cómo puedo detenerlo?
Si eres padre, madre o representante de algún adolescente o niño preguntate ¿Estoy realmente al tanto del desarrollo de mi hijo/a? ¿Lo conozco de verdad? ¿Lo estoy acompañando lo suficiente? ¿Se siente apoyado por mi? ¿Está siendo afectado por esta tormenta desastrosa de cambios?
Si eres un adolescente que lee esto pregúntate ¿Me gusta como soy realmente? ¿Hago y actuó de esta manera porque realmente me gusta o solo por encajar? ¿Cambio constantemente? ¿Esto me está afectando?
Sin más espero les hayas gustado y le mando muchos abrazos, cuidense y reflexionen. Byeee💗