Apocalipsis II
Entonces mire otra vez al mundo que seguía consumiéndose en llamas y escuche una voz de trueno que decía mi nombre una y otra vez. Me sentí abrumado por un momento pero cuando voltee mi mirada vi un hombre detrás mío que tenía ropa blanca como la lana de un cordero, se acercó con cautela y cuando estaba a pocos pasos de mi ese hombre se transformó en un ser indescriptible, sus ojos brillaban como fuego y sus ropas blancas se tiñeron de un color rojo volcánico y de sus manos salían garras y en su frente estaba el signo de la bestia.
De un pronto a otro con su mano derecha me tomó del cuello y dijo algo que no puse cuál era su significado, quizás era un idioma antiguo. Me arrojo del cielo y caí casi muerto, no sabía porque no había muerto desde una caída tan alta pero algo en mi pecho ardía, mire debajo de mi camisa y vi una estrella en el lado de mi corazón pero en el otro costado ardía un símbolo extraño.
Me quemada por dentro aunque por fuera no se veía nada, solo se veían ambas marcas. Me levante del suelo y alrededor de mi habian centenares de personas caminando en fila hacia un lugar que parecia ser una especie de reunión, las bestias a mi alrededor azotaban sin cesar a todo aquel que vieran que lo merecía. Vi muchas personas atemorizadas ante aquel escenario, y también vi muchas que cantaban y estaban en paz.
Entonces un estruendo sonó a gran poder y la tierra se sacudió tres veces, los edificios caían a diestra y siniestra de las llamas; en un letrero leí las letras rök, y a mi mente vino su significado: Destino. Levante mi mirada y vi un perro que aguardaba la entrada hacia otro templo, su nombre era Cerbero, el perro de Hades, el can del inframundo. Un escalofrió rodeo mi cuerpo y sentí que mi corazón dejaba de latir, una ola de pensamientos perturbados me invadió y el miedo se apodero de mi ser. Quede quieto por un momento que se me hizo una eternidad.
Luego de haber recuperado la compostura mire hacia el santuario que vigilaba aquella bestia por nombre Cerbero y vi dos filas de personas que entraban sin cesar. Estaba lejos de aquel lugar pero pude observar como muchas de las personas se lamentaban de sus vidas; en ese santuario no entraban los niños a diferencia del otro santuario. Las aves carroñeras vigilaban de cerca todas las personas que iban en la fila hacia el lugar donde se oían alaridos y llantos. Sin detenerse el tiempo miles de almas entraban en el templo donde se adoraban a más de un Dios, lo que se llamarían Dioses paganos.