A los 17 años termine perdido en los andes con un grupo de medio hippies, skaters y fumones.
Corría el año 2012 y si el mundo se iba a acabar por lo menos esperaba haber viajado “solo” por primera vez, una tarde recibí la llamada de mi primo Gio como todos le dicen, me invitaba a pasar un fin de semana en la casa vacacional que nuestros abuelos, donde íbamos cada tanto de pequeños.
Se trata de un pueblo olvidado en las montañas del estado Trujillo en Venezuela, donde nació mi abuelo Rómulo Durán que ahora descansa en paz pero para ese entonces seguía entra nosotros y era gracioso escucharlo hablar de este pueblo llamado “Lomas de Bonilla”, cuando le preguntabas de que se vivía en ese pueblo él respondía: “de la nada” – ¿Y no hay ganado? respondía: “Aquí no hay ganado, todo está perdido”.
Él tenía más de 40 años sin vivir allá pero amaba su tierra y cada vez que tenía unos días libres tomaba marcha con mi abuela y se iban a su amado pueblo.
Fue emocionante para mí tener la oportunidad de viajar a las Lomas pero esta vez sin mis padres y sentir un aire de independencia que tanto deseamos a esa edad, mi primo me dijo que irían algunos de sus amigos, la idea me agrado y empecé a hacer mis maletas.
Mis padres me llevaron al terminal de buses, donde me encontraría con el grupo, al llegar veo a mi primo me despido de mis padres y por fin siento que el mundo es mío y puedo hacer lo que guste, me lleva con sus amigos y me doy cuenta que son 7 personas más para un total de 9, no me imaginaba que seriamos tantos, algunos con aspecto desaliñado y diferentes, en ese momento me di cuenta que este viaje seria una total aventura.
Uno de ellos con el cabello largo, otro parecía que llevara días sin dormir por su suave manera de hablar y caminar, otro chico con ojos claros que hablaba demasiado y quien fue el cocinero a lo largo del viaje, otro que era muy amigable conmigo quizás demasiado, un chico con una cámara callado pero se reía de cualquier cosa, uno con lentes oscuros a pesar de ser de noche y otro que sin duda era el payaso del grupo.
Después de unas 8 horas de viaje que aunque suenan poco parecieron interminables por fin llegamos, el bus nos dejo justo en frente de la casa de nuestros abuelos entramos unos minutos para comer un refrigerio y enseguida bajamos al hermoso parque donde tanto jugamos de pequeños y que sin duda seguía siendo un lugar perfecto, cientos de arboles se unen sobre una laguna, patos y caballos por los alrededores y toldos construidos para la comodidad humana.
No queríamos irnos de ese lugar, por primera vez probé la marihuana la cual me trajo una tranquilidad y relajación que combinaba de manera perfecta con el lugar donde estaba. Se hizo de noche y nos acostamos en el suelo, nunca había visto tantas estrellas en el cielo, me hizo recordar lo pequeño que soy en este enorme universo. Lo mas similar que encontre de ese maravilloso cielo fue esto:
Al siguiente día nos levantamos muy temprano impacientes por ir a un rio que está cerca del pueblo, mi papá siempre me cuenta que cuando vacacionaba en las Lomas se iba caminando a un rio, donde se bañaba y pescaba pececitos solo para luego devolverlos al rio a mi primo y a mi nos daba mucha ilusión conocer ese rio así que después de desayunar unas muy sabrosas arepas andinas que nos hizo una viejita a cambio de leche en polvo y papel sanitario, decidimos ir todos a echar un vistazo y ver si podíamos encontrar el camino para luego volver a casa por agua y provisiones.
Llegamos literalmente al borde de la montaña, una vista sumamente increíble e impresionante donde veíamos bastos paisajes y montañas, estuvimos horas admirando tan precioso lugar. Y por supueto fumar un porro no podia faltar.
El chico que hablaba demasiado empezó a seguir lo que parecía un camino y todos lo seguimos, parecía que por aquí se iba al rio caminamos unos minutos hasta el fin del camino donde solo había maleza entre todas esas ramas había un hoyo y donde tuvimos la “inteligente” idea de entrar.
Casi arrastrándonos bajábamos por lo que parecía un tobogán natural, el chico de cabello largo se quejaba de que su pelo se enredaba entre las ramas, pasamos mucho tiempo bajando hasta que por fin encontramos un pequeño barranco desde donde saltamos para caer en unas enormes rocas en ese momento nadie lo dijo pero todos nos dimos cuentas que ya no había vuelta atrás, era imposible regresar por el mismo camino, nuestra única opción era seguir bajando por este camino de grandes rocas.
Horas y horas bajando, sin un solo vaso de agua ni nada que nos aportara energía, parecía un camino interminable, el chico que era muy amigable conmigo se ofreció a llevarme un rato en su espalda pero preferí seguir caminando porque sería muy desgastante para él. Paramos a descansar y analizar la situación, miramos alrededor y el chico que hablaba muy lento se dio cuenta que estábamos en un camino de agua seco y que si empezaba a llover y se llenaba estaríamos en graves problemas, así que nos dispusimos a seguir bajando lo más rápido posible.
Después de muchas horas nos vimos obligados a parar, llegamos al borde de lo que parecía una cascada seca de 5 metros aproximadamente, “¡mierda!” pensé “no tenemos a donde avanzar ni a donde retroceder ahora ¿Que coño haremos?” estaba muy preocupado mientras todos los demás encendían un porro y se sentaban a relajarse, ¡sí! No trajeron una gota de agua, pero la marihuana nunca podía faltar, me enoje y empecé a buscar una salida por suerte encontré un camino desde donde se podía oír el rio, y grite “¡ENCONTRE EL RIO!” no espere respuesta y a pesar de no tener una gota de energía corrí, corrí y corrí ese último gramo de adrenalina que explota en el cuerpo, hasta que por fin llegue al rio donde me metí con la ropa puesta, al voltear me di cuenta que él que era muy amigable conmigo me había seguido y también se metió al rio con ropa donde corrió hasta mí y me di un beso en la boca aprovechando que estábamos solos, entonces entendí porque tanta amabilidad.
Minutos después llegaron los demás quienes empezaron a beber del rio, a pesar que yo moría de sed preferí abstenerme a beber, en cambio salí del rio para caminar a una humilde casa que se veía cerca, un viejito quien parecía vivir solo nos recibió y dejo entrar, nos dio agua y pan y conversamos un rato. Le preguntamos si conocia a nuestro abuelo y de inmediato reconocio el nombre y entre carcajadas nos revelo que fue por muchos años amante de la madre de mi abuelo quien era la chica mas bonita del pueblo.
Empezó a anochecer y el viejito nos dijo que nos fuéramos a una parada cercana lo más rápido posible porque de noche no subían buses a nuestro pueblo, nos fuimos y llegamos a una parada desolada y oscura ya era de noche y sabíamos que no pasarían buses, algunos carros pasaron e intentamos pedir aventón pero fue inútil (yo tampoco le pararía a un montón de chicos con nuestro aspecto), nuestras ropas mojadas empezaron a causarnos hipotermia por el frio que hacia todos sentados temblando del frio resignados a tener que esperar que saliera el sol.
Pero como si se tratara de un extraño milagro una ambulancia paro frente a nosotros, un señor nos grito que para donde íbamos “Las Lomas” grito mi primo “Para allá voy yo a tomarme unas cervecitas” respondió el señor, corrimos a montarnos en la parte trasera de la ambulancia del señor Rafael o como preferian que lo llamaran "el loco", un tipo muy agradable que iba haciendo chistes y gritando por todo el camino y recordándonos lo estúpidos que fuimos al bajar sin provisiones y relatando como suele tener sexo con mujeres detras de la ambulancia "está ambulancia trabaja más de hotel que llevando enfermos".
Por fin llegamos a casa donde casualmente justo en el abasto del frente se tomaría las cervezas Rafael, algunos de los chicos se quedaron un rato con él y los demás subimos a ¡COMER!, comida que luego la mayoría vomito ya que se enfermaron por tomar agua del rio en cambio yo dormí plácidamente toda la noche.
Y fue así como viví está loca aventura, nos quedamos un día más y al siguiente nos toco regresar aunque no queríamos, porque a pesar de todo esta aventura fue espectacular.