Tenemos una percepción distorsionada del pasado
Es normal que una persona tenga un rompimiento amoroso, y ese rompimiento arruine todo lo que fue la relación y se llene de rencores, pasando por alto todas las buenas experiencias que se tuvieron en dicha relación.
El recuerdo es todo lo que nos queda sobre el pasado.
Para entender este fenómeno, tenemos que observarlo desde dos perspectivas distintas, o como Khaneman lo llama: los dos yo, el yo que experimenta y el yo que recuerda.
El yo que experimenta, este vive el presente, conoce el presente.
El yo que recuerda, este es el que toma nota, y mantiene la historia de nuestra vida.
El yo que recuerda es un narrador de historias. No solo contamos historias cuando estamos dispuestos a contarlas, nuestra memoria nos cuenta historias, es decir, lo que nos queda para recordar de nuestras experiencias es una historia.
¿Qué define una historia? Los cambios, los momentos importantes, y los finales. Los finales son muy importantes.
El yo que experimenta vive de una manera continua, tiene experiencia tras otra. ¿Qué pasa con estas experiencias? Se pierden para siempre. En su mayoría con ignoradas por el yo que recuerda (lo que nos queda).
Los recuerdos son todo lo que nos queda de nuestras experiencias, y por eso lo que podemos tener del pasado. Pero el yo que recuerda tiende a subvalorar la duración de los acontecimientos, y a sobrevalorar las experiencias más intensas y el final de los acontecimientos.
Confundirse entre estas dos entidades muy diferentes es la problemática de la noción de la felicidad.
La mayor diferencia que tienen los yo es su manera de tratar el tiempo. Para el yo que experimenta, si tienes unas vacaciones de dos semanas, semanas igual de buenas, esas vacaciones son el doble de buenas en comparación de unas vacaciones de una sola semana. Para el yo que recuerda, esas vacaciones de dos semanas, son apenas mejores que si hubiesen sido de una semana, porque no se añade nada significativo. No ha cambiado la historia.
El tiempo es una variable fundamental
El yo que experimenta fue puesto en manifiesto en un experimento, en él los investigadores se valían de una historia de vida ficticia de una mujer llamada Nadine.
Nadine era una mujer soltera, sin hijos, que murió en un accidente de una manera instantánea e indolora. En una versión de la historia Nadine disfrutaba su vida, amaba su trabajo, siempre viajaba, y estaba feliz con su familia y amigos. En otra versión de la historia, Nadine vivió 5 años más, pero en esos 5 años no fue tan feliz como en los anteriores, y fueron relativamente corrientes.
Los participantes debían leer una de las dos versiones y responder dos preguntas: ¿qué tan feliz era Nadine?, ¿cuál era el porcentaje de felicidad e infelicidad en su vida?
Los resultados mostraron un menosprecio por el valor de la duración, la versión más larga de la vida de Nadine fue considerada más infeliz. Los 5 años finales afectaron significativamente la percepción de los participantes. Una interpretación que privilegia la experiencias intensas.
El yo que recuerda además de recordar y contar historias, es el que toma las decisiones. No elegimos entre experiencias, elegimos entre los recuerdos de esas experiencias.
Así, Khaneman, diferencia la felicidad entre los dos yo. Planteando conceptos distintos de felicidad. La felicidad del yo que experimenta, se trata de cuan feliz está una persona en dicho momento, y la felicidad del yo que recuerda, la cual se basa en cuan satisfecha está esa persona.
Un estudio bastante relevante de parte del Dr. Daniel Khaneman, sobre todo para el estudio de la felicidad, y la memoria. La manera en que contamos y guardamos acontecimientos pasados… ¿De verdad será la correcta? ¿Crees que es posible cambiarla? ¿Por qué crees que sobrevaloramos las experiencias intensas y subvaloramos la duración la duración de ellas?
Gracias por leer :)
@fidmary
Este artículo está basado en el TED Talks "El enigma de la experiencia frente a la memoria" de Daniel Khaneman, y en su libro "Pensar rápido, pensar lento"