XXI) ES DESDE EL PUNTO DE VISTA DE NUESTRA INDIVIDUALIDAD QUE NOSOTROS PODEMOS ALABAR A DIOS.
La Oración, ese impulso de los seres humanos para ponerse en contacto con Aquel de Quien han emanado, no puede hacerla sino el hombre interior, Adam, lo esencial de cada uno de nosotros. Es por eso que, cuando entramos en el sagrado recinto del Templo para participar en el ritual sublime de la Ceremonia Cósmica, venimos con la mente y el corazón dispuestos a entregarse a la Divinidad para que ella los eleve hasta su Santuario. Ello es posible gracias a la Magia de Sacerdote, del Teurgo que oficia la Ceremonia: El se eleva, junto con los 4 elementos que están en el Altar, a un plano divino y, al hacerlo eleva también los 4 elementos que están en nosotros cuando esa emanación divina toma contacto con el hombre interior. El Hombre Universal, dice el Sublime Maestre, Es el llamado el representante de Dios. Comprendemos ahora que, a través de la percepción, él es capaz de participar de la unión Micro-Macrocosmos que se opera en el Ceremonial Cósmico.