Somos esclavos de la inercia.
Y lentamente sin resistencia,
talla nuestra existencia
según la huida o el dolor.
De lo poco que participamos
sacamos lo que podemos.
Lo poco que entendemos
se lo robamos a los sueños.
Y con lo poco que hacemos,
hacemos cuanto podemos por perder.
Cumplir con el deber del fastidio,
o con la suerte de sentirlo.
Cumplir con la hiel de la inercia,
y estar cansados, no del tedio,
sino de lo nuestro en nosotros.
Cumplir con la palabra sorda,
y su evidencia indolente.
Cumplir con desilusiones conocidas
y emociones que afloran aburridas.
Pensar, sin pensamiento.
Sentir, sin sentimiento.
Sufrir, sin sufrimiento.
Náusea sin asco ni fatiga.
Si continuamos así…
seremos envejecidos por las razones,
gastados por pensamientos,
y enfermados por lucidez.
Podremos pensar en dormir
pero no dormiremos.
Podremos soñar con soñar,
o desear llegar a desear aquello
que ni en sueños desearemos.
Si continuamos así…
todo será el alivio supuesto
de una breve brisa sin continuidad.
Múltiples abandonos sin para qué,
y en manos… de quién sabe quién.