Bien freídas, crujientes, de queso, cazón o pabellón, con una deliciosa salsa de ajo o picante, mentira, como sean son deliciosas.
No hay mejor forma que comenzar el día con una rica empanada, pero no cualquier empanda de la calle, no, una hecha en casa, criollita, llena de amor. ¿Es esta mi comida favorita? No, en realidad no tengo comida favorita, todo me gusta, no soy mal comer jajajaja.
Mi madre bella comenzando la faena.
Pero este sencillo alimento venezolano evoca en mí gratos recuerdos, cuando residía en casa de mi abuela bella. ¿Quién no ama a sus abuelos? Esos maravillosos –y alcaguetas- seres que comparten con nosotros todo el amor que puedan dar.
En mi caso, cada vez que me como una deliciosa empanda, recuerdo las mañanas antes de ir a la escuela, cuando mi abuela me preparaba dos para comer y una pa’ llevar.
Cuando estábamos todos juntos en la casa, cada quién alistándose para ir a trabajar o estudiar, antes de tener que recorrer los diferentes caminos que escogimos para nuestras vidas. Cuando era el más pequeño de la casa y, por lo tanto, el más consentido jajaja.
Mis hermanos disfrutando las crujientes empandas.
No había compartido esos momentos con mis hermanos, aprovechando el #retothana y las pequeñas vacaciones electorales, decidimos realizar unas deliciosas empanadas para desayunar, acompañadas de una rica maltas (la joya de la corona).
Únete al reto. Fuente.
Espero que la lectura haya sido de su agrado, los invito a participar en el reto aquí y aquí, hay 2 sbd en premiación, pero, lo más importante, tendrán la oportunidad de participar en la clase @steemshcools impartida por @ths y @anaiscarolina03.
Autor: @JulioCCorderoC
Los textos e imágenes donde no se especifique lo contrario, son de mi propiedad.
Las fotografías fueron tomadas con un Blue 5.0