Continuamos con los sesgos cognitivos. Si no has leído el primer post, no hay problema, puedes hacerlo después, y que no importa el orden en que se haga.
En el post pasado vimos lo que eran los sesgos de confirmación y de atribución, y de cómo estos nos pueden entorpecer en nuestras relaciones y especialmente hacernos meter la pata en la toma de decisiones. Hoy veremos dos más y cómo podemos hacer para evitar en lo posible ser víctima de este fenómeno mental.
Sesgo de observación selectiva
La atención es una de las funciones mentales más importantes. Sin ella, varias de las otras funciones (como la memoria y la concentración) no podrían funcionar. Por lo general atendemos a cientos de estímulos al día e ignoramos tantos otros; pero en ocasiones, dependiendo de nuestros intereses y expectativas, empezamos a atender y a observar algo que antes pasaba más o menos desapercibido y entonces resulta que vemos ese etímulo por todos lados y nos parece que de la noche a la mañana se ha multiplicado o que es un mensaje del Universo para ti. La razón es muy sencilla: Ahora atendemos a ese estímulo en particular porque está vinculado de alguna manera a algo que nos interesa. Veamos algunos ejemplos:
Tienes la posibilidad de comprar un carro (vehículo), por lo que eliges entre tus gustos a un deportivo amarillo, porque te parece que es un color poco común. Pues la sorpresa es que a partir de ese momento vas a empezar a ver deportivos amarillos en todas partes, hasta uno detrás del otro esperando el cambio de luz. ¿Aparecieron por arte de magia? No, sencillamente antes no les prestabas atención.
Acabas de divorciarte. Para consolarte te dices que la mayoría de los matrimonios fracasan, que hay muchas personas solas en el mundo y que no eres la única. Sales a la calle, y qué ves? Puros tórtolos enamorados! Solamente felicidad plena, matrimonios y noviazgos de películas rosas. Llegas a tu casa, prendes la compu y el facebook, telegram y otras redes rebosan de espositos que se aman y proclaman su fortuna a los cuatro vientos. Prendes la radio, y todas las emisoras te dedican sus canciones. Te tengo una noticia: Eres víctima del sesgo de observación selectiva.
La maldición del conocimiento. Es un odioso sesgo (bueno, todos lo son), que sufren algunas personas muy preparadas, intelectuales, que saben un poco más que el promedio o incluso, sin ser nada de lo anterior, acaban de aprender algo nuevo. A este grupo de personas luego le es muy difícil recordar cómo era vivir antes de saber lo que saben y pierden la paciencia rápidamente ante quienes no han llegado al mismo conocimiento que ellos. Así, alguien que acaba de entender un complicado acertijo, el cual estuvo estudiando durante una semana hasta que al fin llegó a resolverlo, es capaz de etiquetar de bruto o imbécil a los que todavía no son capaces de ver lo que él ahora ve.
Esto se observa en todas las clases sociales y grupos. Los que toda la vida han tenido una posición política, deportiva, religiosa, social, académica, etc, cuando cambian ya sea de opinión o de estatus,son los más acérrimos críticos de sus antiguos camaradas y son los primeros que exigen que rueden las cabezas de los infieles y apátridas, personas con las que compartían afinidades, gustos e ideología poco tiempo antes. Quizá de allí venga el dicho: "no hay peor cuña que la del mismo palo"
Cómo evitar los sesgos.
En primer lugar debemos permitirnos ser flexibles. Equivocarse está bien, es normal, no es una humillación ni el fin del mundo. El que no se equivoca es porque no se atreve a nada y vive una vida rígida y monótona.
No debemos creernos poseedores de la Verdad Absoluta y Universal. Podemos estar equivocados o al menos no estar 100% en lo cierto. El otro puede estar en lo cierto o al menos no 100% equivocado. Considerar la posibilidad de que el otro tenga razón no nos quita nada, al contrario, nos libera de una mente llena de sesgos, odiosa.
Aprendamos a escuchar al otro sin juzgar lo que dice, sino activamente, es decir, solo escuchar sin calificar lo oído ni estar preparando mi argumento mientras el otro expone el suyo.
Aprendamos a observar bien el todo y no solo lo que queremos ver.
Cuando tomemos una decisión, estemos seguros de que es la correcta no porque a los demás les parece buena, sino porque estoy convencido de ello por mi cuenta.
Espero esta información haya sido de tu agrado y utilidad. Hasta la próxima