Saludos, amigos y lectores de Steemit.
Lean, si lo desean, sin darle mucha importancia. Después de todo, es solo un sueño...
Caminé por el pasillo sin ver a los lados, ni a las puertas que al abrirse a mi paso rechinaban tétricamente. El único ruido perceptible era el que producían mis pasos sobre el agua y un distante rumor de arrollo, un movimiento ligerísimo y articulado del líquido. Encontré al final una sala y en medio de ella una cama. Lloraba recostada en almohadones blancos una mujer muy hermosa y robusta en sus formas. Dejé de sentir miedo por mí, me embargó la tristeza que seguro sentía la mujer. Cuando se dio cuenta de que estaba allí, observándola, me extendió la mano para mostrarme un ramo de flores diversas. Se aseguró de que lo viera bien, luego lo llevó de nuevo hasta su pecho y lloró tranquilamente, como si no estuviese ya observándola. No quise importunarla más, me volví para regresar sobre mis pasos. No me sorprendió ver el pasillo iluminado, con flores creciendo donde querían y distinguir el fluir del agua sobre las paredes negras y relucientes. No tenía miedo.
No había ya puertas, en un costado del pasaje estaba la cocina. Me senté a la mesa y el golpe de la copa de helado me sorprendió. La muchacha que sonreía frente a mí, sentada en el otro extremo de la mesa, tenía la mirada fija sobre el helado y los labios rojos. Con una mano sostuvo el cabello que le caía en la cara, con la otra llevó una cuchara de mango largo y delgado hasta el postre rosa. Se cristalizó el labial rojo al primer bocado, al segundo sobre su boca y el helado volaban innumerables mariquitas. Las tragaba, y mientras más hablaba más salían de la copa. Flotaban hasta posarse en sus labios o volaban alrededor de su cabello. Seguía hablado cuando me levanté y continué hasta el final del pasillo.
Ya no había llave, ni cerradura. Empuje la puerta y antes de salir miré hacia el final del pasillo. Un venado se recostaba de un árbol, confundiéndose su enorme cornamenta con las ramas del follaje. Estornudé, estornudó el venado, y un nubarrón de mariposas que constituía el follaje revoloteó de los cuernos, de las ramas, al lomo del venado. No era realmente un árbol, era un tronco tajado y seco que perdió su única compañía cuando salí cerrando la puerta.