Llegué a casa con los ánimos arrastrados por el piso como si fuera un enorme saco de escombros, últimamente he estado lidiando mucho con esa nube negra que nos suele abordar cuando nos deprimimos o nos sentimos vacíos; mi racha de poca inspiración últimamente ha sido legendaria y solo he tenido deseos de tumbarme en la cama y tragarme una bolsa entera de frituras y algunos cigarrillos.
Me los advirtieron muchas veces, esto tarde o temprano pasaría, mi psicóloga me lo advirtió pero ya como cosa rara no le hice ni puto caso, ella me dijo que debía ser más amable con las personas, aprender a escuchar a los demás, centrarme en mis problemas, conocerme a mí mismo, re descubrirme, reinventarme, pensar siempre en positivo y todas esas porquerías hippies. La verdad creo que estoy exagerando, ella no dijo todas esas cosas, lo cierto es que dejé de prestarle atención cuando dijo que debía descubrirme a mí mismo, en vez de todo eso yo decidí instalar Los Sims 4, un colorido videojuego que te anima a diseñar tu propio avatar y tu casita de ensueños, es un mundo lleno de pequeñas personitas que vagan por ahí y comen, beben, trabajan, cagan, follan y hacen lo que uno haría en su vida real, quizás yo haría lo mismo si tuviera una vida más allá de mi computador.
En los Sims 4 puedes concebir al personaje de tus sueños, puedes crear o ser quien tu desees, pero mi compulsiva egomania me lleva a hacerme un personaje a mi imagen y semejanza… bueno más o menos, le pongo mi rostro, mi sombrero, mis lentes redondos y ropa elegante como la que me gustaría tener, le pongo el cuerpo esbelto y atlético repleto de tatuajes que me gustaría tener ¡Ah! Pero la cosa no queda ahí, también puedes modificar su voz y sus rasgos de personalidad, así que le pongo una voz de locutor de radio seductor y en vez de una aburrida personalidad de víbora introvertida y mal humorada que soy, hago que mi personaje sea un joven carismático, buena gente y jovial ¡Oh vaya que es como mirarse en el espejo!
Con gran esfuerzo me levanto de mi silla, voy a la cocina a buscar un poco de café, me fumo un cigarrillo mientras pienso en donde habré dejado caer mi billetera mientras estuve fuera de casa, al terminar voy de nuevo hasta la computadora, tomo aire y me sumerjo en la colorida pantalla del juego. He comenzado mi aventura por el mundo de Los Sims 4, mi personaje vive en un barrio muy elegante en una acogedora casa con vecinos que no ponen reggaetón a media noche, es amable con todos, es músico, escritor, sabe cocinar como todo un gran chef y también le encanta pintar, que jovencito de lo más simpático, es mi misión hacer que cumpla los sueños y metas que yo no estoy dispuesto a cumplir.
No han pasado ni dos horas de juego y ya le estoy odiando, odio a mi mini yo virtual, ese maldito títere sonriente es mucho mejor que yo en todo, aprende a tocar instrumentos musicales a una velocidad de vértigo, en media hora de juego ha hecho más amigos que yo en un año y en media hora más ha salido con más chicas que yo en toda mi vida, de paso ya sabe pintar cuadros como todo un profesional, no ha pasado ni una semana de que comenzó a hacer vida en Simtopia y ya lo ascendieron de puesto en su trabajo ¡Cinco veces!
Han pasado unas cuatro horas de juego y mi personaje toca guitarra como un dios, tiene un extenso repertorio de canciones escritas por él mismo, la mayoría con nombres estúpidos y sosos como “Juanito se fue al bosque y no volvió”, “No juegues con extraños” y “Mi amigo el payaso de la motosierra”. También posee una gran obra literaria de libros y novelas con ventas que superan el sueldo que yo me gano en un año de trabajo en la vida real. En seis horas de juego mi personaje ha conocido a una simpática señorita llamada Mina Caliente, una femme fatale hambrienta de deseo, vaya nombre que le dieron, al día siguiente ya viven juntos y ya se han comprometido.
Mientras contemplo con algo de desdén y disimulada frustración el avance de la vida personal y social de mi avatar, me inunda una extraña sensación de malestar, así que dejo el juego en pausa y me siento frente al balcón a tomar algo de aire, enciendo otro cigarrillo y pienso en todo lo que ha logrado mi pequeño monigote durante las horas jugadas, siento ira, ¡Maldición! Tengo envidia de esta pequeña y chillona versión virtual de mí mismo, me da asco, este mini yo ha publicado libros, ha vendido sus cuadros que de paso están valorados en una fortuna, está comprometido con una rubia candente y calentona, vive en una hermosa casa con terraza y tiene un estudio con un piano de cola, un violín, una rockola vintage y decoración de los años setenta ¿Cómo rayos los hace?
Comienzo a pensar que quizás, solo quizás si yo fuera la mitad de trabajador, amable, perseverante y sin mencionar atractivo que mi personaje, ya tendría por lo menos una computadora decente, quizás algo de esa ropa elegante y un hermoso toca discos que haga juego con mi mesita de té, y quizás podría salir a la calle con la mirada puesta al horizonte, con una actitud ganadora de todo un campeón que toma la vida con la palma de su mano y le exprime hasta la última gota… en lugar de eso salgo a la licorería que está al lado de mi casa, compro otro paquete de cigarrillos y una botella de ron.
Sin darme cuenta he pasado dos días jugando a los Sims, detesto a mi personaje, lo odio con todo mi ser, su sola felicidad y su éxito me hacen sentir miserable y vacío, no comprendo cómo rayos vive de esta manera, ya pareciera que ni me necesita, sale a trabajar sin que yo se lo mande, sus amigos lo invitan a salir a enormes fiestas casi a diario, siempre esta presentable y elegante, hasta su pijama es más elegante que todo mi guarda ropa y lo peor de todo, está comenzando una obra literaria de libros de autoayuda ¡Esto sí que es el puto colmo! He decidido ponerle fin a esto, he decidido que la vida de mi avatar será miserable he insufrible, creé para él un desquiciado vecino, lo llame Anibal, un personaje psicótico y malvado que disfruta humillando a los demás sims, esta convencido de que hay algo más, una fuerza invisible controlando las acciones de todos en el pueblo, ósea yo. Con una habilidad sin igual hago que Anibal seduzca a Mina Caliente, la cual estaba comprometida con mi personaje, lo que hace que la relación se termine y mi avatar padezca de una terrible depresión, a las dos horas de entrado en acción el personaje de Anibal, él y Mina Caliente contraen matrimonio e invitan a mi odioso mini yo a la boda, él está destrozado, su mirada de tristeza no es más que satisfacción para mí, esto está a punto de comenzar.
En medio de la fiesta de boda, mi ya no tan feliz personaje esta increíblemente deprimido, todos en la fiesta bailan, ríen y hablan de cosas en un idioma incomprensible, bailan al ritmo de un pop aturdidor y beben bebidas con cero alcohol y mucha azúcar, pero mi avatar esta de muy mal humor, se peleó con uno de los invitados, se puso a llorar en dos ocasiones y fue rechazado por una de las damas de honor, va corriendo al baño a lamentar su mala suerte, en ese momento llevo a cabo mi jugada final, invoco la arquitectura instantánea que te ofrece el juego y elimino la puerta del baño donde mi personaje se encuentra, elimino también los retretes y orinales, está atrapado y no puede salir, humillado y deprimido maldice su existencia mirando el techo, observa confundido su entorno, se hace pis en los pantalones, se coloca en posición fetal y muere en un charco de su propio pis.
No pasan ni dos minutos cuando veo que la Parca llega para reclamar el alma de mi difunto mini yo, humillado hasta el último cabello. Una vez culminado mi malvado plan, enciendo otro cigarrillo y veo como el alma de mi personaje abandona el escenario, victorioso y satisfecho abandono el juego y procedo a desinstalarlo y echarlo por la ventana.
Espero que les haya gustado esta historia queridos amigos, ahora si me disculpan voy a jugar un videojuego normal… ya saben de esos de dispararle a personas en sus feos rostros.