A pesar de todo lo malo que pueda ocurrirnos durante el año, o simplemente la situación del país que nos agobia hasta ahogarnos en un mar de desesperación, siempre, o por lo menos para mí, hay una pequeña luz al final del camino. Y si bien esa luz no signifique una solución a nuestras penas, por lo menos podría traducirse a una fecha en específico que nos devuelva las alegrías a nuestros corazones.
Es por eso que la Navidad es como un cargador de energía para mí; sin importar lo que suceda, me mantengo expectante ante estas fiestas, las cuales no dudo en perderme de ningún modo. Mientras más sencilla que sea. Hay cosas, que por más insignificantes que sean, tienen una carga semántica para mi ser.
La música es muy importante, por supuesto. Las gaitas o las guarachas de Billo’s Caracas Boys es algo indispensable en cada hogar venezolanos si se desea mantener la alegría. Las gaitas, como género musical original del estado Zulia, siempre comienzan a dar aparición desde octubre en el resto del país. Animando a cada uno de los venezolanos con su ritmo alegre y sabroso de bailar. Al igual que a pesar de mis 19 años, siempre he sostenido que “Navidad sin Billo’s no es Navidad”, simplemente si no escucho al menos una canción de este grupo del siglo XX no me siento en época.
Además de la música, la comida siempre ha jugado un papel importante para los venezolanos: las hallacas, el pan de jamón, el pernil y la ensalada de pollo, junto a los dulces correspondientes. Lamentablemente, la situación del país nos ha llevado a reducir el consumo de estos alimentos vitales para nuestra tradición, pero hay que mantener el optimismo y las buenas vibras.
¡La diversión viene con la decoración de la casa! Unidos con la música, por supuesto. Donde la familia se reúne con emoción a desempolvar todos los adornos y disponerse a decorar el árbol de navidad, tradición global. Y lo que tampoco puede faltar: el nacimiento.
Plus a todo esto, siempre aprovecho estas fiestas y el momento para ver las películas y leer mis libros favoritos de la festividad. Uno es la trilogía de Santa Clausula, protagonizada por Tim Allen. Esta película marco mi infancia y desde entonces espero con ansias que los canales de televisión transmitan dicho filme (si es por mí, todos los días). Otra cosa que he hecho tradición es leer Canción de Navidad, de Charles Dickens, con la tan conocida historia de Ebenezer Scrooge y los fantasmas que lo atormentan con su pasado, presente y futuro para que se convierta en una mejor persona.
Pero lejos de todo eso, lo más importante es poder pasarla con mi familia. Porque quizá la comida falte, o los regalos. Quizá no pueda ver una película, o la decoración sea poca. Siempre y cuando este con mi familia pasando las fiestas, solo disfrutando de nuestra compañía, mi corazón se inunda de alegría y me siento plenamente completa.