Hoy, a siete días de las fiestas, la realidad de mi ausencia me golpea. Me detengo por un momento y sin querer los recuerdos invaden mi mente y se apoderan de él, en una lucha constante por evadirlos. No quiero, no quiero hacerlo. No quiero flaquear ante la nostalgia. Pero frente a mis ojos se dibujan sus rostros y sus sonrisas, y al mismo tiempo me vislumbro en el lienzo, igual de sonriente. La música de Billo's llega hasta mis oídos, aunque se esté reproduciendo en años pasados. Un simple abrazo, una simple caricia fraternal. Extiendo mi mano para tocarlos, pero se esfuman en una nube de polvo y todo se vuelve oscuridad, soledad. Y la realidad de mi ausencia me golpea. Respiro hondo para evitar que de mi se escape aquello que estuve evitando constantemente. Quise evadir la verdad, pero fue imposible. Fue hoy, justo hoy. Comencé a escuchar voces angelicales entonando melodías gloriosas y me encontré de nuevo en mi hogar, con ustedes. Me vi ante la mesa, comiendo lo que se acostumbra. Feliz Navidad, feliz año. Un abrazo, alegría. Amor familiar, amor parental. Y sin darme cuenta los cristales salados recorrieron mis pómulos, los cuales limpié con rapidez para que nadie notara mi nostalgia. Sentiré un gran vacío en estas fiestas. Aunque tendré quien pueda llenarlo. No es lo mismo. ¿Debería? Debería. Pero no lo es. Porque ustedes son irreemplazables. Porque sólo con ustedes he vivido mis experiencias, en las buenas, en las malas, en la abundancia y la necesidad. Hoy, a siete días de las fiestas, la realidad de mi ausencia me golpea. No son ustedes quienes faltan, seré yo. Pero lo hago por mi necesidad, ustedes bien lo saben. Mi amor siempre irá hasta el infinito y más allá, mamá, papá...