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He visto a las mejores mentes de mi generación perder sus vidas y sus juventudes en este infierno. Aquí el tiempo sólo sirve para que nuestras emociones estén acostumbradas a dar despedidas ya sea en el aeropuerto, en un autobús o en una tumba. Somos sin duda alguna, una masa de hombres y de mujerew cansados emocionalmente hablando.
Todo, absolutamente todo es un concierto de infinidad de arpegios de tristezas condensadas en la maldición en contra del enemigo en común que todos tenemos. Dicha maldición sale de las bocas de todos nosotros como el único posible nepente durante esos segundos en que la desconexión con la razón nos entrega al odio y a las lágrimas. Odiar y llorar son las únicas cosas que podemos hacer, son nuestros únicos actos legítimos. ¿Los días son repetitivos? Sí. El encanto del infierno radica en que no se vive para conocer el futuro. Toda la estadía allí es un presente perpetuo en el cual el sufrimiento está destinado a extenderse más allá de la eternidad. ¿Y qué es el pasado el cual podemos mirar desde nuestra agonía? Es incertidumbre, y también por desgracia, utopía. Las grandes mentes de mi generación, y sí, quiero regresar a ellas, han tenido que condenarse a vivir bajo el imperio de las sombras; ninguna idea es aprovechable aquí. El escritor no se puede concentrar en sus escritos porque no tiene para comer. El pintor no cuenta con los materiales. Trasladarse a la universidad es sólo encontrar más apatía. La peor forma de apatía. La apatía intelectual.
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¿Y qué son las universidades realmente? Todas las universidades en Venezuela y en Latinoamérica son sólo templos comunistas. Sitios en donde profesores burgueses enseñan una contra-cultura obtenida de libros y de películas de muchas veces escritores europeos o norteamericanos que han hecho burla y crítica al de por sí estúpido sueño americano, el neo-conservadurismo que imperó en la cultura de USA hasta finales de los 70's; estos profesores enseñan un odio visceral hacia occidente y hacia nuestras propias raíces. No es nada más que bilis arrojada por burgueses estúpidos de Universidades que como la UCV sólo arrojaron sombras, y que hoy se encuentran totalmente vencidas por estas.
Qué paradójico resulta oponerse a la cultura capitalista que sólo esclaviza a las personas al consumo, cierto, pero terminar aplicando una contra-cultura que igualmente crea esclavos de la miseria; tontos útiles que creen que en la pobreza hay virtud y felicidad, y no una enfermedad a la cual hay que combatir, pues, el amor por la pobreza es la punta de lanza de los hombres y mujeres desgraciados.
Lastimosamente no contamos con el poder que tuvo la generación beat de los Estados Unidos. Para nuestra desgracia no contamos con jazz improvisado, ni con poesía que acabase con los excesos de las drogas y el alcohol. ¿No es en Venezuela la poesía un monopolio de hombres y mujeres burgueses de izquierda? Exactamente lo mismo aquí ocurre con toda la cultura. Sin embargo, he de reconocer que este no es un fenómeno singular de nosotros, hace mucho que el rock dejó de ser música de protesta, y que en la actualidad a los músicos resentidos por falta de talento les sirve ser mascotas de líderes revolucionarios; asimismo la izquierda internacional no es más que la cara del neo-conservadurismo de nuestra era. Pero haciendo ahora una recurrencia a la generación Beat, me refiero a que no tenemos esa poesía y a esa música como el bebop salida de la improvisación, del subconsiente, que rompa las fórmulas y bases y que a su vez esto sea un peligro para el status-quo. Pero tenemos para lamentarnos todavía más: salsa, merengue, reggaeton; para regresar a lo tribal del mero apareamiento.
En este pequeño infierno lleno de hombres y de mujeres infelices, jamás habrá un escritor que pueda lograr una obra como George R.R Martín o como Stephen King; vender es malo. Salvo que vendas revolución, o libros cancerígenos que han logrado metástasis como «Las venas abiertas», que no es nuestro, pero sus efectos han llegado hasta aquí. La obra del Gabo podría ser buena, realmente no es ni mi estilo, ni de cerca me atrae; Terry Prstchett y Neil Gaiman me parecen mucho más elevados. Borges también. Demasiado. Quizá sea por eso que los de izquierda suelen preferir a Cortázar que a Borges porque al primero es más fácil de entender. Quizá nos pasa por creer que una arepera socialista en un barrio era mejor idea que copiarle al Mc Donals y hacer algo igual.
¿Alguien alguna vez imaginó que su vida iba a ser tan miserable y monótona? Porque por Dios, uno se imagina tantas cosas cuando niño. Desde la estupidez de casarse, hasta la genialidad de tener sexo pedofílico con alienígenas.
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