
El título de este artículo proviene, a su vez, de una serie de publicaciones que leí en estas últimas fechas. Estas publicaciones evidenciaban, bien o mal, la realidad que una persona con licenciatura, maestría y doctorado vive su día a día. A esto añado mi experiencia con personas muy cercanas y una experiencia propia que sucedió justamente el día de ayer.
Lo increíble de esto es que, hasta no hace unos diez años, una persona con licenciatura ganaba hasta unos 8 mil pesos mexicanos mensuales; 8 mil es una cantidad que en ese entonces era extravagante, pero justa para alguien que sacrificó de 4 a 6 años de su vida preparándose para desempeñar bien su trabajo. Y si esa persona tenía maestría o doctorado, mejor aún era el acceso, especialmente si trabaja en el sector educativo.
Ahora... Ahora la licenciatura, la maestría y el doctorado ya no te garantizan un buen empleo y una mejor calidad de vida; en cambio, ser alguien con estudios de secundaria y preparatoria te garantiza un empleo... Mas no un buen salario y una mejor calidad de vida. Y en ambos casos, de encontrarse el empleo, la mensualidad por realizar un trabajo puede llegar a ser tan raquítica e insultante que incluso das la razón a aquellas personas que optan por marcharse al extranjero.
Como maestra de preparatoria que tiene licenciatura en Antropología, esta situación, más que entristecerme, me hace pensar seriamente en muchísimas cosas. La primera de ellas es que, en contra de lo que dicta el imaginario popular, la mayoría de los médicos, ingenieros, antropólogos, sociólogos, maestros de cualquier nivel, y muchísimos más profesionales que tiene buenos puestos y salarios de escándalo están ahí por favores políticos o por ser amigos de alguien de alto rango; la mayoría de ellos, para mi sorpresa, se hacen idiotas al momento de que surgen los problemas estructurales en el área de trabajo, relegándolo a aquellos que realmente son más aptos para la tarea que sus mismo jefes.
Esto lo he visto en los empleos de dos de mis amigas; la primera de ellas, quien cuenta con una maestría en Psicología Escolar, gana 6 mil pesos al mes por hacerla de "asistente administrativa", o de alguien que hace TODO el trabajo que debería de hacer su jefa, una señora que solamente va a calentar silla y a realizar actividades políticas que no tienen nada que ver con su puesto. Mi amiga entró a la institución gubernamental encargada de la educación pública por mérito propio; el puesto , sin embargo, estaba reservado para la recomendada de una amiga de su jefa, quien no logró acertar ni una en el examen de oposición. De ahí que la jefa esté cargándole el trabajo sin posibilidad de darle tan siquiera vacaciones y / o aumento de sueldo.
El segundo caso es de una amiga que es maestra de preparatoria en una comunidad cercana. Por solo unos 3 mil o 4 mil pesos al mes, ella viaja a dar cátedra a sus alumnos; el instituto, sin embargo, es dirigido por un individuo que ha sido acusado (y a punto de ser linchado) por la comunidad por su largo historial de acoso sexual a niñas y maestras. Se ha solicitado repetidas ocasiones que lo retiraran del cargo; presentaron pruebas y testimonios... Para nada.
El infeliz estaba ahí por favor político. El salario que tiene oscila entre los 16 y los 20 mil mensuales, su desempeño en el cargo es fatal, y su formación suena a que compró el título.
Un tercer caso está relacionado con la universidad de la que egresé. Esa universidad cuenta con una de las nóminas más altas del país; los profesores investigadores que tiene la suerte de estar ahí tienen más privilegios que aquellos que laboran en la máxima casa de estudios nacional (UNAM) en cuestiones de prestaciones. Varios de ellos tienen un tremendo sobre-sueldo, y otros más tienen acceso directo a becas internacionales bajo previo requisito de realizar docencia. Mi mentor fue uno de esos casos; él mismo percibía cerca de unos 25 ó 30 mil al mes con todo y sobre-sueldo.
Lo más sorprendente de todo es que los profesores investigadores que trabajan en la mismísima UNAM no perciben esas cantidades que suenan muy propias de ésta. En un artículo publicado por Sin Embargo [1], y con el testimonio de varios amigos que trabajan tanto en la universidad nacional como en el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), se menciona que un maestro investigador percibe de 3 mil a 11 pesos al mes, dependiendo del número de materias y el cargo a desempeñar.
Si bien me dejó en shock por completo, lo triste de la situación es que entrar a estas instituciones ya no es por la vía de la licenciatura, maestría o doctorado en conjunto con tus habilidades de investigación; para entrar a trabajar en esas instituciones solo necesitas ser amiguete del rector, del renombrado investigador o de algún diputado con contactos en ellas.
Nada más.
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[1] "Gabriela tiene doctorado y gana en la UNAM sueldo mínimo", en Sin Embargo.
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