Los nombre de los protagonistas han sido cambiados.
Aquella tarde Oriana no acompañaría a Susana. Prefirió quedarse en casa. Ella jamas imaginó que esa decisión traería la muerte de su prima. Un ataque epiléptico que la dejaría en desventaja dentro de aquella bañera. Y Oriana no estuvo allí para evitar que se ahogara.
Horas después llego el velorio y la triste despedida. Susana estaba por cumplir sus 18 años, dos más que Oriana. Como era de esperar, fue un duro golpe para todos. Una muerte totalmente desconcertante.
Dos semanas después de aquel fatídico accidente, Oriana se encontraba sentada en aquel patio, pensativa, cabizbaja. Un frío repentino llego por su espalda y se posó en una de sus hombro, y tras él, un susurro al oído:
______Oooriiaanaa, soy yo, Susana_______
Empalideció y entró en un pánico nunca antes experimentado. Ya dentro de la casa y no podía emitir palabra alguna. Solo un llanto en mute. Y únicamente logró responder a las preguntas de su madre:
______SUSANA_______
Nadie podía entender lo que decía. ¿A qué se refería? ¿Acaso Susana no estaba muerta? ¿Qué inventos eran esos?... Ese fue el comienzo de un largo camino que a Oriana le tocaría adentrarse a ciegas.
A partir de ese momento los días cambiaron. Ya no había paz ni sosiego. Una sombra constante se hacia presente a cada paso. Una escalofriante presencia, un murmullo taladraba aquellos oídos. Hasta que llegó el primer mensaje:
________Dile a mi mamá que no llore más, o me llevaré a una de mis hermanas______
Totalmente escalofriante. Pero peor aún ¿Cómo dar ese mensaje? ¿Cómo decirle a una madre que llora la perdida de una hija, que podrían ser dos?
Pensando que podía ser producto de su mente, decidió ignorar aquellas palabras y luchar contra algo que no entendía, pero para lo cual indudablemente necesitaría ayuda. Ignorar fue un error, o podría decirse un horror. Cumplido exactamente un mes de aquel desenlace, sucedió lo que ya se había advertido. Una llamada de un hotel de la capital notificó el fallecimiento por causas naturales de una de sus huéspedes. Era Lorena, hermana mayor de Susana.
Para Oriana significaría el terror. ¿Qué más tendría que suceder para entender que no era producto de una mente inestable? ¿Qué otro mensaje llegaría?
No hubieron noches de sueño por mucho tiempo. Ya no existían momentos a solas ni vida independiente. Se usaron recursos para alejar aquel espanto. Oraciones, ruegos, suplicas, enfrentamientos, velaciones, llantos. Nada fue posible.
Pasaron los meses, los años, y Oriana se acostumbraba cada vez más a sentir aquella presencia. Ya no hacia peso. Fue como un periodo de confianza entre dos dimensiones. Tanto que ya la comunicación se daba entre sueños; sin aterrar, sin perturbar, solo sueños. Mensajes banales iban y venias.
Pero el día en que Oriana conoció a la persona con quien decidiría vivir una historia de amor, la calma ya no fue la misma. Había un espíritu enojado, celoso. ¿Acaso tendría que ser solo para ella?
Se dio inicio a una lucha de poderes; el vivo contra el muerto. Y era obvio que solo lo que vive debe ganar.
La más grande de las batallas la enfrentaría una experta en combatir los poderes del mal. El lugar, un espacio neutral, fuera de la ciudad, alejado de la rutina, conocido para quien lucharía con todo su conocimiento y experiencia. Una Oriana asustada e inexperta se entregó confiadamente a lo que hasta ese momento desconocía. Tendida en el suelo y rodeada con una figura hecha de tiza, esperó su turno. La experta se encontraba ocupada en otros menesteres propios de la tarea a seguir, cuando el cuerpo de Oriana comenzó a experimentar movimiento involuntarios, que a pesar de sus esfuerzos no podía controlar. Y aunque su mente estaba totalmente lucida, su cuerpo se encontraba fuera de control. Lo que vino a continuación es indescriptible. Lenguas extrañas, incomprensibles, deformaciones corporales que solo había podido ver en alguna película de exorcismo. Fue una dura pelea. Tanto, que Oriana parecía haber sido arrollada por una estampida de animales salvajes. Y cuando todo parecía haber terminado, uno de los presentes cayó al suelo de manera abrupta y repentina, para luego incorporarse con una voz que no era la de él. Un andar muy particular dejo en evidencia de quien se trataba. Era Susana, con otro cuerpo, pero era ella. A Oriana no le quedó la menor duda. Se acercó golpeándola en el pecho con una suave palmada y dijo:
_______¿Por qué no me quieres?.. Pues me iré. Nunca entendiste lo que realmente quería de ti._____
Aquel cuerpo se volvió a desplomar mientras un frío escalofriante en forma de neblina, se perdió entre los arbustos de aquel lugar tan aterrador. Esa fue la ultima vez que Oriana supo algo de Susana. Pero siempre existirá una duda. ¿Qué era eso que ella quería? Esa pregunta quizá sea respondida alguna vez.