5 Minutos.
Lo que tanto temía, ocurrió. El sonido del silencio me informa de la oscuridad que rodeó las cuatro paredes. No hay nada, ni un rayo de luz proveniente de la ventana. Mi cuerpo entiende la situación y comienza a dar señales de estrés e incertidumbre. A duras penas sobreviví a la última ronda, no creo estar lo suficientemente sano.
25 minutos.
El sudor atraviesa mi cuello de una manera ágil. Los poros de mi piel expulsan liquido a montones, parezco haber entrado al mar. Respiro con dificultad. Los primeros pensamientos de mal augurio se asoman. '¿Y si en esta ocasión es para siempre?' Lo desecho rápido. Intento tranquilizarme con un debate de pensamientos. 'La última vez la luz del sol salió, no será la excepción'.
55 minutos.
Oficialmente tengo miedo. Ya los rayos de luz debieron haber hecho acto de presencia. El lado negativo de mi mente no se calla, se encuentra soltando negativismo a millón. 'Más nunca volverá'. 'Quedarás a oscuras para siempre'. No quiero pensar más, me agobia. He sudado todo lo humanamente posible. Nunca había prestado atención a la cantidad de sudor que puede expulsar una persona de su cuerpo. Sigo teniendo miedo.
2 horas.
Los labios secos me indican que quizá estoy deshidratado. No me he podido mover porque mientras más avanzo por las cuatros paredes, más es la oscuridad que me envuelve. Dejé de sudar hace media hora, estoy seco por dentro. Instintivamente miro a través de donde debería encontrarse la ventana esperando que una luz se encienda. Es impresionante, pero mientras más lo analizo jamás me he dado cuenta cuando las cosas van y vienen.
5 horas.
Paranoico sería la palabra adecuada para describir mi estado actual. Me hice uno con la parte negativa de mi mente, comencé a creer en las teorías que diseñó para atormentarme. No sé cuánto tiempo va a pasar hasta que el rayo de luz que tanto espero aparezca ante mis ojos, pero sí sé que si no es pronto mi estado mental y emocional colapsará ante el inminente castigo que terceros en la cima nos han impuesto.
10 horas.
Soy más preocupación que persona. Hace unos diez minutos tuve un ataque de pánico. Golpeé la pared con mis puños desnudos solo para sentir el dolor y descargar este sufrimiento que me invade las venas. No puedo ver mi cuerpo, pero estoy seguro que estoy rojo, con la cara desaliñada, la boca seca y el torso hediondo a sudor.
25 horas.
¿Cuánto más sufrimiento tengo que soportar para que esto acabe? Estoy consciente que dejará secuelas en mi mente, en lo más profundo de mi ser. Cierro y los ojos rápido a ver si ocurre un milagro, pero nada más cerca de la realidad. Chasqueo los dedos para mantenerme distraído.
48 horas.
En estado de posición fetal, mirando al vacío y pronunciando frases sin sentido. Ese es mi estado actual. Perdí la cordura que me quedaba. No quiero describir los pensamientos que han atravesado mi mente porque siento que si le doy la importancia necesaria, se harán realidad. Ya no pido que vuelva completamente, pero sí que al menos me den una señal.
72 horas.
No es humano. Esto que estoy atravesando no es humano. Estoy seguro que si existiera un castigo peor que este, lo hubieran utilizado. La incertidumbre se hizo parte de mi ser, la especulación constante, las teorías y las ideas es lo que me mantiene cuerdo. Espero estar equivocado.
100 horas.
Estoy en la cúspide de mi cordura. Siento que en cualquier momento desvaneceré en silencio, sin que nadie me vea e iré a otro lugar. No siento mis piernas, los brazos ya no tienen energía para realizar movimientos. Es el fin.
120 horas.
Cuando menos lo esperaba, y menos atención prestaba, esa luz que tanto anhelé: volvió. Comienzo a sentir la fuerza dentro de mi cuerpo volver al mismo tiempo que las cosas comienzan a funcionar. No sé en realidad cuánto tiempo pasó. Mi cuerpo volvió, pero siento que mi mente siempre quedará atrapada en la oscuridad plena.
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