Como consecuencia, la luz en las plantas es su fuente de energía, como los azucares, cuando las hojas son más grandes favorecen una mayor síntesis de azúcares mediante el proceso de la fotosíntesis, con mayor esfuerzo en el transporte y en el consumo de agua, ya que es necesaria para permitir la absorción, tanto de los nutrientes, que escalan desde el suelo a través de las raíces y el tallo, aun de las altísimas sequoias, que pueden pasar de los 100 metros, esto ha sido la causa de que muchas plantas crezcan de manera plástica, desarrollando el tamaño de las hojas cuando la luz es escasa y el agua no es limitante como la sombra, al contrario disminuyen el tamaño de las hojas cuando la luz es excesiva, pero lo cierto es que existen muchas variedades de plantas que sólo necesitan luz, sin necesidad de que les dé el sol directo, para sobrevivir.
Generalmente estas circunstancias que se suscitan con la luz permite a las plantas mantenerse vivas aunque al precio de hacerlo implica una menor tasa de crecimiento. En términos generales, podemos ver características específicas como aquellas plantas que tienen hojas con un veteado de verde y amarillo, estos nos indican que estas necesitan de luz, también están de hojas pequeñas, carecen de brillo; presentan flores vistosas. En cambio las plantas que se encuentran normalmente en sombra tienen un verdor que puede variar con manchas o rayas, tienen flores pequeñas, exteriorizan colores claros; hojas grandes y brillantes.
La interceptación de la luz, afecta a los bosques porque en parte determina una disminución notable entre la zona de copas y las áreas próximas al suelo. Cuanto más compleja es la estructura del bosque mayor la interceptación lumínica, por lo que el fenómeno alcanza su máximo en laurisilvas, pero aun así las hojas perennes de los arboles interceptan y reducen las tasas de iluminación. Gran parte de nuestros bosques se están regenerando, por lo que es aun fácil observar una estructura irregular, en los que todavía pueden prosperar plantas, ya que son un aliado de nuestra salud porque aumentan los niveles de oxígeno y también ayudan a eliminar las toxinas que se puedan acumular en el ambiente.
El agua es otro factor fundamental que tiene relevancia en el desarrollo de las plantas. Esta función, es particularmente importante en las plántulas que todavía no han llegado a elaborar sus tejidos de sostén, es decir, durante la germinación la plántula se forma a expensas de la semilla, pero luego tanto su crecimiento como el aumento de talla, peso y volumen, generan su desarrollo, ya que las etapas que debe recorrer hasta producir una nueva semilla requieren mayor aporte exterior, en donde el agua cumple un rol importantísimo porque permite la disolución de las sales minerales esenciales del suelo y facilita con ello, su absorción en la planta. De igual manera, las plantas transpiran por los poros o estomas de sus hojas en las plantas jóvenes y carnosas es la presión del agua la que da forma y rellena sus hojas y tallo.
Por otra parte, las plantas se ven afectadas por los climas, ya que las mismas no toleran aquellos cambios extremos sobre todo en aquellas zonas donde las lluvias atacan todo el año, causa de ello es que los suelos suelen estar muy húmedos durante mucho tiempo, y las plantas morirían enseguida. A su vez, las plantas necesitan también del frío, porque ciertas especies requieren del frío en invierno para dar una mejor cosecha, en el reino vegetal el agua es la sustancia capaz de almacenar mayor cantidad de calor, con menor elevación de temperatura, es decir como las plantas encierran tan elevada proporción de agua, soportan con bastante facilidad los cambios bruscos del clima. Especialmente mediante la evaporación en los momentos de gran calor y la acumulación de agua en los instantes de gran frió, el vegetal mantiene una temperatura más uniforme y sus reacciones interiores no sufren saltos bruscos.
Otro factor importante de mencionar es el viento, ya que es uno de los agentes que influye negativamente en el crecimiento de las plantas, sobre todo en las lenosa, que está más expuesto al mismo, especialmente en los árboles. El efecto del viento es más determinante como modelador de la vegetación lenosa cuando sopla de una manera constante, mientras que los vientos excepcionalmente fuertes pueden producir daños, como roturas o quiebres de ramas o eliminación de árboles.