Tras librarnos, por poco, del ataque del dragón en Helgen, Hadvar y yo seguimos hasta Cauce Boscoso, como estaba planeado. Allí vive su tío, Alvor, el herrero del pueblo. En la vía el soldado me invitó a formar parte de la Legión Imperial, me dijo que en Soledad podría iniciarme como soldado; lo consideraré, aunque no estoy muy convencido de formar parte del ejercito que hasta hace poco pretendía ejecutarme. En el camino nos topamos con extraños menhires que brindan habilidades extra y hostiles lobos que liquidamos a punta de espadazos, fue complicado, sin embargo nada como el ataque del dragón.

Alvor nos recibió, Hadvar lo puso al tanto del ataque del dragón, y este nos brindó suministros y un techo; también me pidió el favor de avisar al Jarl de la comarca, Balgruuf el Grande, y pedirle tropas para custodiar Cauce Boscoso. No había tiempo que perder, la gente que aquel pueblo estaba a merced de cualquier posible ataque de dragón, podrían sufrir el mismo destino que Helgen, así que emprendí mi camino hacia la ciudad de Carrera Blanca.

Para llegar rápidamente me vi obligado a cruzar la cordillera que separa a aquel pueblito de la capital de la comarca. La ruta es peligrosa, así lo comprobé. Una jauría de lobos me atacó de repente pero pude sortearlos con facilidad y un gatosable, del cual huí sin mirar atrás, me correteó por varios metros.

Cerca de una granja a las afueras de la ciudad un grupo de guerreros combatía contra un gigante, yo me uní a la lucha y acabamos con la bestia. Me invitaron a hablar con el líder de su gremio, un tal Kodlak Melena Blanca, y solicitar unirme; aquellos eran Los Compañeros, puede ser que en el futuro nos volvamos a ver, pero no por ahora, los dragones no esperan.

Por fin llegaba a Carrera Blanca, y para mi mala suerte unos guardias intentaron impedirme el paso, no obstante les persuadí de que una situación urgente requería que hablara con Balgruuf. Esos hombres no eran conscientes del peligro que cierne sobre ellos; logré entrar a la ciudad amurallada, el centro del comercio y las caravanas mercantes en todo Skyrim, ya solo quedaba subir hasta la Cuenca del Dragón, el aposento del Jarl.

Desconocía por qué el palacio del Jarl de Carrera Blanca recibe ese nombre, al entrar al imponente edificio mi duda fue resuelta: un cráneo de dragón con las fauces abiertas resaltaba imponente sobre el trono, sentado ahí Balgruuf el Grande discutía con su consejero, y repentinamente una elfo oscuro me confrontó, Irileth, la edecán. Había llegado hasta allí y no dejaría que la malhumorada elfo entorpeciera mi misión.

Balgruuf apeló al sentido común y me recibió, dándome su palabra de que enviaría tropas a Cauce Boscoso. A cambio me pidió un favor, algo sobre una cueva y una tablilla única en su tipo. Supuestamente el hechicero del palacio, Farengar Fuego Secreto, me dará más detalles; presumo que será hora de afilar la espada.

XXX

Juan Pavón Antúnez

 
 
 

 
 
 

Having narrowly escaped the dragon's attack in Helgen, Hadvar and I continued on to Riverwood, as planned. There lives his uncle, Alvor, the village blacksmith. On the road the soldier invited me to join the Imperial Legion, he told me that in Solitude I could be initiated as a soldier; I will consider it, though I am not convinced about joining the army that until recently intended to execute me. On the way we encountered strange menhirs that provide extra abilities and hostile wolves that we killed with swords, it was complicated, but nothing like the dragon's attack.

Alvor received us, Hadvar informed him of the dragon attack, and he provided us with supplies and a roof over our heads; he also asked me to notify the Jarl of the shire, Balgruuf the Greater, and ask him for troops to guard Riverwood. There was no time to lose, the people of that town were at the mercy of any possible dragon attack, they could suffer the same fate as Helgen, so I set out for the town of Whiterun.

To get there quickly, I was forced to cross the mountain range that separates that small town from the capital of the region. The route is dangerous, as I found out. A pack of wolves suddenly attacked me but I was able to avoid them easily and a cat, from which I fled without looking back, ran me for several metres.

Near a farm on the outskirts of the city a group of warriors were fighting a giant, I joined the fight -a good fight never hurts- and we finished the beast, after that I was invited to talk to the leader of their guild, a certain Kodlak Whitemane, and ask to join; those were The Companions, maybe in the future we will meet again, but not for now, the dragons don't wait.

Finally I reached Whiterun, and to my misfortune some guards tried to stop me, but I persuaded them that an urgent situation required me to speak to Balgruuf. These men were unaware of the danger that hung over them; I made it into the walled city, the centre of trade and merchant caravans in all of Skyrim, and all that remained was to climb up to the Dragonsreach, the Jarl's chambers.

I did not know why the palace of the Jarl of Whiterun is named that way, as I entered the imposing building my doubt was resolved: a dragon skull with its jaws open stood imposingly above the throne, sitting there Balgruuf the Greater was arguing with his advisor, and suddenly a dark elf confronted me, Irileth, the aide-de-camp. I had come this far and I would not let the grumpy elf hinder my mission.

Balgruuf appealed to common sense and received me, giving me his word that he would send troops to Riverwood. In return he asked me for a favour, something about a cave and a unique tablet. Supposedly the palace wizard, Farengar Secret-Fire, will give me more details; I presume it will be time to sharpen my sword.

XXX

Juan Pavón Antúnez

Todas las imágenes mostradas en este post son capturas de pantalla tomadas por mí mientras jugaba The Elder Scrolls V: Skyrim.

All images shown in this post are screenshots taken by me while playing The Elder Scrolls V: Skyrim.

_{Post translated with (much) help from DeepL}