Dos castillos que tuve ocasión de pintar durante mis encuentros con acuarelistas españoles en la provincia de Jaén: el castillo de La Iruela, a la izquierda, y el castillo de Albanchez, a la derecha. Su especial disposición, en lo alto de un peñasco rocoso, me permitía elaborar este tipo de acuarelas alargadas en vertical.
El castillo de La Iruela
El castillo jienense de La Iruela, ubicado en el parque natural de Cazorla, es un castillo roqueño de reducidas dimensiones pero de encanto singular. Situado en la cima de un gran peñasco, este conjunto incluye los restos del castillo, las murallas y la iglesia. Articulado en tres niveles, en el primero, situado en lo mal alto, destaca la torre del homenaje, de planta cuadrada, rodeada de muros que delimitan un pequeño recinto. Más abajo, en el segundo nivel, se encuentra un aljibe y los restos de varias torres y muros apoyados en un afloramiento rocoso, un espacio que seguramente funcionaba como patio de armas. El tercer nivel se encuentra esos muros y otra muralla actualmente desaparecida.
Como tal, el castillo de La Iruela data de finales del siglo XII, cuando se levantó un alcázar almohade. Un castillo pequeño pero difícil de tomar. Con anterioridad, había en la zona una pequeña alquería islámica que se fortificó para proteger a los campesinos. Conquistado para los cristianos en 1231 por el arzobispo de Toledo, Ximénez de Rada, tuvo cierta relevancia durante la guerra civil castellana entre Pedro I y Enrique de Trastamara. Hacia finales del siglo XIV, acabada la guerra, e independizada, La Iruela, de Cazorla, el castillo sufrió una serie de reformas. Más adelante, en el siglo XVI, se construyó la Iglesia de Santo Domingo, en honor a su patrón, que fue asaltada e incendiada durante la Guerra de la Independencia. La iglesia posteriormente se convirtió en cementerio municipal hasta 1953.
El castillo de Albanchez
Enclavado en un saliente de la ladera oriental de la Serrezuela se alza el castillo de Albanchez de Magina, en un paraje abrupto desde donde domina la población y el valle circundante. En realidad, lo que se divisa en lo alto es el alcazarejo, con su imponente torre rectangular, y el resto está situado más abajo, al pie de la peña, con sus muros muy desmochados.
Es posible que los restos defensivos de la parte baja, cercanas al pueblo, daten de época islámica. El resto se presupone, por lo menos, del siglo XIV, después de la conquista de Albanchez de Úbeda por la Orden de los caballeros de Santiago en 1231. Pero no se sabe exactamente quién lo mando levantar.
Durante la Baja Edad Media, la fortaleza pasó por numerosos cambios de titularidad. En la Edad Moderna, perdida su función defensiva, el castillo se fue abandonando y en el siglo XVIII ya se encontraba en ruinas. Se llevó a cabo una restauración a finales del XX pero se utilizaron materiales inadecuados como el cemento.
