Verano. Vacaciones. Mañanas libres, tardes largas, noches de verbena. Si eres uno de los privilegiados trabajadores que además disponen de vacaciones, te propongo un reto.
Medita durante 10 minutos.
¿Cómo?
La próxima vez que vayas a la playa, deja el móvil en casa y disfruta de lo que te rodea.
Fuente: Pixabay
Siente con la piel. La piel, el órgano más grande del ser humano. ¿Sabías que es más delgada en los párpados y más gruesa en el talón? Ahora úsala. Siente cómo la arena se escurre por tus pies, percibe el sol en tu rostro, la brisa fresca, la humedad del ambiente…
Escucha. Escucha por supuesto el vaivén de las olas. Pero ve más allá. Escucha las diferentes aves costeras, trata de diferenciar sus diferentes cantares. Escucha el juego de los niños.
Ahora te propongo que observes. Observa el horizonte, tus pies, los granos de arena de diferentes formas, tamaños y tonalidades. Observa tu alrededor como nunca lo habías hecho antes.
Inspira profundamente. Intenta captar en cada inspiración los olores del lugar en el que te encuentras. Diferencia cada olor. Intenta oler el mar. Sobre todo, no tengas prisa. Los olores van apareciendo poco a poco porque no estás acostumbrado a percibirlos.
Si estás tomando un refresco, o un helado, identifica sus matices. Saboréalo con los ojos cerrados. Degústalo como si fuera la primera vez que lo pruebas.
Por último, observa algo a lo que nunca antes le habías prestado atención: tu respiración. Respira como si fuese la primera bocanada de aire de tu vida. Disfrútala como algo nuevo.
Si te ha gustado mi propuesta, bienvenido al Mindfulness.