E S P A Ñ O L

CONECTADOS

Ya van tres noches sin dormir, en que Mirian tiene esas extrañas pesadillas. Sus jadeos podía escucharlos desde la otra habitación, acompañados posteriormente por gritos; eran desgarradores y muy violentos, la encontraba sobre su cama agitando sus brazos y piernas como si fueran espasmos. La tomaba y la llevaba a mi habitación, como todo padre estaba preocupado por mi pequeña de trece años.

Tuve que buscar ayuda profesional, me preocupaba que su padecimiento acarreara hacia algo peor para su salud mental. El seguro de mi trabajo me recomendó a un psicólogo relacionado con la empresa. Era un experto en el sueño y su estado, tenía habilidades de hipnotista según lo que me habían comentado, pero que también es un hombre poco ortodoxo; cuando la situación lo requiere.

Esas cosas me asustaban, pero también me agradaban, pues las pesadillas de Mirian se estaban saliendo de control. La noche anterior a la visita al psicólogo, dijo haber soñado con criaturas aladas y peludas, como murciélagos, pero con un aspecto más mórbido y desagradable. Para mí es muy extraño que una niña de esa edad tuviera esos sueños tan vividos y espantosos, así que dejé todas mis esperanzas en el doctor Suarez.

Llevé a Mirian al consultorio, una mañana temprana, ambos estábamos agotados pues no habíamos dormido bien. El lugar era pequeño y confortable, como un pequeño apartamento, solo había una recepcionista atendiendo y nos acercamos a ella.

—¡Buenos días! —Dije —Soy Alberto Medina, llamé ayer en la tarde para concretar una cita para hoy.

La recepcionista me miró con ojos severos y luego revisó su agenda.

—¡Buen día!, si, el doctor Suarez lo atenderá en diez minutos, dijo que lo ha estado esperando media hora.

—Lo siento, es que anoche la pasamos muy mal mi hija y yo…

—Entiendo… Por favor tome asiento, le avisaré cuando el doctor lo pueda atender.

Hicimos caso a la enfermera y ambos nos sentamos en unos cómodos sillones. Mirian se recostó sobre mi hombro y cerró los ojos, la pobrecita se veía más cansada que yo.

—Este sitio es muy tranquilo, —dijo ella susurrando —, transmite mucha paz, me gustaría quedarme aquí a dormir.

Esbocé una sonrisa y acaricié su cabello, mientras veía hacia el fondo ansioso de que apareciera el doctor.

—Tranquila, hija, no te preocupes, todo saldrá bien.

Un hombre encorvado y bastante delgado, con los ojos hundidos y las facciones bastante pronunciadas, aparece de repente en la sala de espera.

—¿Es usted el señor Medina? —Me pregunta.

—Sí señor, mucho gusto. —Extiendo mi mano en modo de saludo, pero él la ignora. —Ella es mi hija Mirian, le hablé de ella a su recepcionista.

—Está bien, —responde —, puedo atenderlos a ambos.

—¿Ambos?, pero si es ella la que padece el trastorno.

—Hijo, llevo décadas en este oficio y déjeme decirle que usted también tiene que recibir atención psicológica. Mire como está, pálido, con las ojeras remarcadas y la piel áspera, es obvio que no duerme bien tampoco.

—Pero eso es porque me quedo despierto cuando mi hija tiene esos terribles espasmos.

—¿Usted cree? —Pregunta el doctor Suarez frunciendo el ceño. —Anoche volví a estudiar el caso de su hija, es una anomalía que se extiende más allá de la mente. Los dos pueden estar afectados, por eso pienso que los dos deben ser atendidos.

Incrédulo, sorprendido y algo asustado, decidí aceptar las indicaciones del psicólogo. Sostuve a Mirian y la abracé muy fuerte, estaba tan cansada que no tenía idea de lo que ocurría a su alrededor. Nos indicaron a donde debíamos dirigirnos y entramos a la habitación donde el doctor atendía a sus pacientes con padecimientos mucho más fuertes.

CONTINUARÁ...

Escrito por @universoperdido. 23 de Febrero del 2022