Les invito a leer las partes 1 y 2 de este escrito: Una Idea y Una Idea II

Ya me estaba despidiendo de todo cuando, de pronto, como si del guion más perfecto de una película se tratase, apareciste tú. Tú, la mujer que tanto había esperado, o mejor dicho, que tanto deseaba volver a encontrar. Y lo mejor de todo es que, modestia aparte, debo decir que fuiste tú quien me encontró. ¡Que dicha! Ambos deseábamos tanto encontrarnos otra vez.

Tomaste mis manos y el bullicio de alrededor ya no parecía tan molesto. Tus cálidas manos en las mías me hicieron recordar momentos únicos, tan llenos de felicidad. No hacía falta nada más. El sol brillaba con tanta fuerza que, a donde quiera que mirara, todo era tan nítido y hermoso. Y no, no es que todas las cosas se hayan vuelto hermosas de un momento a otro, es que contigo frente a mí, solo podía centrar mi atención en ti. ¿Acaso importaría algo más?

Tenía tantas preguntas que quería hacerte, pero en lugar de eso me acerqué y te abracé con fuerza. Debo confesar que tenía un gran temor al hacerlo, debido a los sueños anteriores, en los que te esfumabas al intentar tocarte. Esta vez no fue así. ¡Qué alivio!

Trato de hablar, pero mi voz sigue prefiriendo el silencio, al menos por un rato más. De todas maneras, ella está aquí a mi lado, ¿Cuál es la prisa? La vida entera nos queda por delante. Por fin pude expresar las primeras palabras al vernos, aunque creo que estas escaparon de mi, tan rápido como huye un pobre animal luego de haber estado enjaulado:

Y tu respuesta fue más confusa aun que toda la situación que he vivido estos últimos días.

En ese instante hubiera preferido no haber hablado, en lugar de haber hecho esa pregunta que ahora, con tu respuesta, confundía cada espacio de mí. La verdad es que las dudas ya eran muchas más que las certezas antes de encontrarte, pero ahora se convertían en una avalancha que, sin ningún control, se abalanzaban sobre mí.

Debí preguntar muchas cosas más, debí seguir insistiendo hasta que me confesaras la verdad con lujo de detalles. Pero, ¿de verdad valdría la pena? O, al menos, ¿era este el mejor momento para hacerlo? Yo estaba decidido a dejar todo atrás y que el pasado, por muy confuso y extraño que pareciera, no se interpusiera entre los dos.

Pero mi mente, ¡ay como duele solo recordarlo! Mi mente tenía otros planes, los cuales eran todo menos prudentes. No tenía intención alguna de dejar pasar por alto lo ocurrido. Inquisitiva me interrogaba sin piedad y, al ver que desconocía las respuestas, en lugar de dejarme disfrutar del momento del reencuentro, me castigaba ahora con mucha más dureza.

Mientras tanto, yo solo te abrazaba, sin decir ni una sola palabra. La verdad te confieso que no fue para nada sencillo. En mi cabeza se libraba una batalla digna de ser incluida en los libros de historia, mientras que por fuera yo parecía estar tan tranquilo, que ni el más experto evaluador habría descubierto lo que en mi mente pasaba. O, dicho de mejor manera, lo que ella estaba causándome.

Yo seguía luchando para no demostrar externamente lo que en ese momento sucedía. Lo intente, de verdad lo intente, pero no pude más. Hubiera preferido alejarme, al menos por un segundo para evitar lo que, tal vez inevitablemente, debía ocurrir.

Solo eso alcance a decir, aunque debo admitir que tampoco hacía falta mucho más para que el fuego de la duda apareciera con mayor fuerza.

Ella seguía sin responder y en este punto fue que todo pude entender. Un poco tarde lo sé. Si ella no me dice dónde estaba, si ella ni siquiera sabe que no estuvo aquí, es solo por una razón.

La verdad es que ella nunca regresó. En mis últimos instantes, cuando ya mis fuerzas me abandonaban tuve este sueño, sí, solo un sueño, uno más, que por un momento me emocionó, luego me confundió y finalmente me abandonó. Un simple sueño, donde la pude ver al menos una vez, pero a diferencia de las otras ocasiones esta tenía algo diferente y singular: Sí, era la última vez.

I invite you to read parts 1 and 2 of this paper: An Idea y An Idea II

I was already saying goodbye to everything when, suddenly, as if it were the most perfect script of a movie, you appeared. You, the woman I had been waiting for so long, or rather, I wanted to meet again. And best of all, modesty aside, I must say that it was you who found me. What a joy! We both longed to meet again.

You took my hands in yours and the hustle and bustle around you didn't seem so annoying anymore. Your warm hands made me remember unique moments, so full of happiness. Nothing else was needed. The sun was shining so brightly that everywhere I looked, everything was so crisp and beautiful. And no, it's not that all things became beautiful from one moment to the next, it's that with you in front of me, I could only focus my attention on you. Would anything else matter?

I had so many questions I wanted to ask you, but instead I reached out and hugged you tightly. I must confess that I had a great fear in doing so, because of previous dreams, in which you vanished when I tried to touch you. This time it was not like that. What a relief!

I try to speak, but my voice still prefers silence, at least for a while longer. Anyway, she's here by my side, what's the hurry? The whole life is ahead of us. At last I was able to express the first words upon seeing us, I think this was the question that kept running through my mind at all times because it was the first thing I blurted out:

And your answer was even more confusing than the whole situation I have lived these last days.

At that moment I would have preferred to remain silent, instead of asking that question that now confused every space in me. The truth is that the doubts were already many more than the certainties before I found her, but now they became an avalanche that, without any control, rushed on me.

I should have asked many more questions, I should have kept insisting until she confessed the truth in detail. But was it really worth it? Or, at least, was this the best time to do it? I was determined to put it all behind me, that the past, however confusing and strange it might seem, would not come between the two of us.

But my mind, ¡oh how it hurts just to remember! My mind had other plans, which were anything but prudent. I had no intention of letting what had happened go unnoticed. Inquisitive, it questioned me mercilessly and, seeing that I did not know the answers, instead of letting me enjoy the moment of the reunion, it punished me even more harshly.

Meanwhile, I just hugged you, without saying a single word. To tell you the truth, I confess that it was not easy at all. In my head a battle worthy of being included in the history books was being fought, while on the outside I seemed to be so calm that not even the most expert evaluator would have discovered what was going on in my mind. Or, to put it in a better way, what she was causing me.

I was still struggling not to show outwardly what was happening at that moment. I tried, I really tried, but I couldn't do it anymore. I would have preferred to walk away, at least for a second to avoid what, perhaps inevitably, had to happen.

That's all I could say, although I must admit that nothing more was needed for the fire of doubt to appear with greater force.

She still didn't answer and this was the point that I could understand. If she won't tell me where she was, if she doesn't even know she wasn't here, it's only for one reason.

The truth never came back. In my last moments, when my strength had left me, I had a dream, yes, one more, that for a moment moved me, then confused me and finally left me. A simple dream, where I could see her at least once, but unlike the other occasions, this one had something different and singular: Yes, it was the last time.