¿Estamos obligados a ayudar a los demás? / Are we obliged to help others? - Día 18 Reto 2 del Blogging Challenge

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Ciertamente las cosas que hacemos o que dejamos de hacer tienen un impacto en nuestras vidas y en el mundo entero, tanto a largo plazo como en el corto plazo, partiendo de ahí la importancia de aprender a pensar antes de actuar rectificando siempre cada uno de nuestros pasos. En este punto podemos observar también que hay actos de poca o nula magnitud que simplemente ocurren y no generan casi consecuencias, como también hay otros actos de inmensas proporciones que pueden generar grandes consecuencias, positivas o negativas según lo acontecido.

Todo esto nos sugiere que hay cosas que podemos hacer para aportar al mundo, contribuyendo a su crecimiento y desarrollo desde cualquier ámbito. En el post anterior mencioné muchos puntos que probablemente citaré aquí porque esa misma preocupación por saber cómo podemos tener un mundo perfecto o uno mejor es la que finalmente nos lleva al camino de ayudar a otras personas, o eso es al menos lo que implica llevar a cabo una tarea titánica como esa.

Es cierto que todos tenemos derechos y deberes, y que lo ideal sería reclamar nuestros derechos y asumir nuestros deberes, pero también es importante tener claro hasta donde llegan cada una de estas realidades, y evitar sobre todo caer en lo subjetivo, dado que estos temas siempre se prestan para que, quien no reflexione sobre estas cosas pueda llamar derecho o deber a cualquier cosa. Estas subjetividades aparte de ser improductivas por llevarnos al autoengaño, pueden hasta ser peligrosas en algunos casos que han sido bastante sonados en el mundo donde se llegan a los extremos con este tema provocando terribles consecuencias.

Entonces ¿Realmente estamos obligados a ayudar a los demás? ¿Es responsabilidad nuestra hacerlo?

Hay algo que nosotros llamamos libre albedrío, que nos da la capacidad de pensar, razonar y sentir por nosotros mismos permitiéndonos establecer parámetros que nos funcionan. Esto nos ayuda a distinguir entre lo que es bueno y lo que es malo, lo cual no tiene nada que ver con reglas y principios de moralidad que definitivamente es un tema distinto y mucho más profundo. El principal problema que tenemos como seres humanos o seres pensantes es que tendemos a dejarnos llevar por nuestro ego, y lamentablemente la mayoría de las veces es éste quien piensa por nosotros en lugar de tomar nosotros las riendas usando el ego y cualquier emoción para pensar. Pasa bastante seguido que cuando algo no nos gusta mucho o no lo entendemos lo catalogamos según nuestra conveniencia, y en el peor de los casos nos servimos de argumentos sacados de libros y códigos de moral o de cualquier otra materia para interpretarlos según nuestra conveniencia. Creo que muchos podemos estar de acuerdo en que alguna vez hemos caído en este autoengaño con cosas como, “es que tomar muchas gaseosas no es malo porque nos da energía y eso lo dijo el doctor Fulano de tal”, “esta pareja que tengo me ha mentido mucho pero es mi pareja ideal porque nos queremos mucho y según los expertos eso es lo que más importa”, y para el caso de esta pregunta “es que no me ofrezco a ayudar al vecino porque estoy muy ocupado y primero tengo que estar bien yo para poder ayudar a otros”, “es que no ayudo porque ese problema no me afecta a mí y nadie debe meterse en la vida de los demás”, o en un extremo que quizás no todos hacen pero igual ocurre, cuando se invierten los hechos y decimos cosas como “tengo que ayudar a mover el dinero del funcionario tal porque va a hacer una escuela en el barrio” y resulta que lo estamos ayudando a robar desviando los recursos que le dieron para otra cosa o ponemos menos de ese dinero para la obra original y lo demás nos lo quedamos, o cosas como “me tienes que ayudar a decirle a mi amiga que pasó esto y lo otro, porque yo te ayude en el pasado” y resulta que lo que vamos a decir es una mentira. Y así muchas excusas y autoengaños que nos hemos generado bastantes veces en nuestra vida condimentados con buenos o malos argumentos que hacen que nuestro ego nos tape la vista de la realidad.

Confieso que no me gusta para nada cuando algunas personas comienzan a hablar de lo que serían los deberes de cada quién, porque todo lo que dicen se escucha como si fuesen cosas que de verdad hay que hacer de vida o muerte, y la peor parte es que muchas veces uno ni conoce lo suficiente a los personajes como para saber si tienen la suficiente moral para predicar estas creencias. Y cuando revisamos todas estas prédicas encontramos que muchos de estos llamados deberes los hemos dejado de hacer hace poco tiempo y aún no ha pasado nada alarmante. Nadie nos va a apuntar con una pistola en la cabeza para que comamos vegetales si decidimos un día dejar de comerlos porque no nos gustan, y mucho menos nos van a encarcelar por eso. Somos libres de comer lo que queramos, pero eso no va a escapar de la ley natural de causa y efecto, traduciéndose en la factura que nos pasará el cuerpo a largo plazo por dejar de recibir los nutrientes y vitaminas que nos aportan los vegetales, o si hemos preferido comer más carne que vegetales seguramente dentro de varios años nos enfermaremos de artritis o alguna otra cosa parecida. Esa es la diferencia entre los deberes y las cosas obligadas o impuestas.

Por lo que entonces una buena respuesta para esta pregunta de si estamos obligados a ayudar a los demás sería un rotundo “no”. Si nos detenemos a analizar objetivamente todo lo que implica el hecho de ayudar y lo que significa podemos encontrar que realmente nada de eso convierte al acto de ayudar a otros en una obligación, pero en cambio sí es uno de los tantos deberes que tenemos en este mundo. Lo que distingue una cosa de otra para mi es quien te cobra esa deuda, porque si te cobra un patrono, un jefe, un vendedor, o cualquier persona que espera algo de nosotros a cambio bajo acuerdo entonces la deuda es de una obligación, y si quien nos cobra realmente es la vida bajo la ley de causa y efecto entonces estamos ante un deber, y ambas cosas tienen la misma importancia pero no la misma urgencia e impulso. Si tenemos que ayudar a alguien porque lo dice un contrato que firmamos entonces ya estamos hablando de una colaboración o servicio que estamos prestando a cambio de algo para nosotros bajo acuerdo, pero aun así tendríamos que catalogar este contexto como una obligación y no como un deber, sin querer decir que no implique algo de deber en tal situación.

Debemos ayudar a otras personas por una gran variedad de razones de peso, todos tenemos algo que aportar a este mundo y necesitamos procurarnos nuestro propio espacio en él, y el acto de ayudar a otros nos garantiza una buena participación en el proceso de desarrollo de nuestro mundo ganándonos la estima y el respeto de la sociedad. Si ayudamos a otras personas también nos beneficiaremos con nuevos aprendizajes, descubriremos nuevas herramientas y cosas de valor que ni sabíamos que teníamos. Si estamos ayudando a otro compartiendo nuestro conocimiento seguramente obtendremos el doble de conocimiento por la práctica y el repaso que necesitaremos hacer en el momento, y mucho más si logramos que esa persona entienda nuestro mensaje y lo haga suyo. Y lo más importante…. ayudar a alguien más que lo necesita es un verdadero acto de amor, y es algo que sobre todo en estos tiempos se necesita rescatar. Pero esto es más una decisión personal que cualquier otra cosa, y solo será la vida quien nos recompense o nos cobre según lo que hayamos hecho.

Este hecho inexorable de la vida interactuando con nosotros es algo que está muy estrechamente relacionado con la pregunta del post anterior, porque quien precisamente quiere ver un mundo mejor tiene que saber de antemano que este mundo está conformado principalmente por seres humanos imperfectos, y que por lo tanto siempre vamos a necesitar toda la ayuda que podamos recibir. No se puede ser tan incoherente y contradictorio gritándole a los cuatro vientos que deseamos vivir en un mundo mejor cuando ni hemos puesto nisiquiera un solo granito de arena para participar o fundar ese movimiento. Es realmente necesario entender que para todo tenemos que saber comprar la experiencia completa, con el combo de las cosas buenas y bonitas, y el combo de las cosas malas o incómodas ¿A quién vamos a engañar con nuestros golpes de pecho si no damos ese paso necesario para este cambio tan deseado?

Y en esa búsqueda de un mundo mejor para ayudar a otras personas también es necesario aceptarlas tal cual como son y abstenernos de juzgarlas, no debemos privar al mundo de los talentos de determinadas personas solo porque no nos gusta la forma de ser de ellos, o porque no podamos compartir sus ideales, porque esos talentos van a enriquecer este mundo, y estas personas seguramente también tienen la misma preocupación y deseo de ver un mundo mejor. Esa no puede ser tarea de una sola persona o de un puñado de personas, nunca será suficiente para lograr tal objetivo.

Desde luego debemos aprender a distinguir cuando debemos ayudar y cuando no, absteniéndonos de participar en cosas que puedan hacer daño a otras personas. Y tampoco tenemos que mostrarnos de turno al bate todo el tiempo, no siempre podremos lograr prestar esa ayuda, habrá motivos de fuerza mayor en el camino que algunas veces nos impidan prestar esa ayuda, y si sabemos expresar estos inconvenientes entonces no habrá ningún problema con nadie. Pero lo más importante deber ser tener siempre la intención y el deseo de ayudar y contribuir.

En lo personal me agrada a ayudar a otras personas como a cualquiera le gusta hacerlo, he tenido muchas oportunidades que he sabido aprovechar para dar mi granito de arena, solo que he preferido no pregonar mis actos, y más allá de reservarme esas experiencias para mí por una cuestión de moral o humildad he preferido simplemente enfocarme en lo importante, aportar alternativas, soluciones o mi participación en el proceso que alguien pueda estar viviendo y que soliciten mi ayuda. Es satisfactorio ver cuando otra persona sonríe o respira tranquilo gracias a la ayuda que le prestamos, y creo que eso es pago suficiente para mí.

Ayudar a otras personas es importante, pero no es obligatorio. Es un deber pero no va a pasar nada grave si no lo haces, solo que no debemos pedirle a la vida y a este mundo cosas que nunca le hemos dado porque nunca lo recibiremos. De todo lo bueno que podamos dar es seguro que la vida o el mismo Dios nos lo va a retribuir.