E S P A Ñ O L

CONECTADOS III

De nuevo, comenzó a sonar el metrónomo y mis ojos empezaban a decaer. Me concentraba en el sonido, en mi hija Mirian y en las terribles cosas que ocurrían en dicho horrible lugar.

—Solo concéntrese en su hija, —profería el doctor Suarez — solo usted puede encontrarla, y recuerde, no se meta con nada de lo que haya ahí, podría llamar la atención o enfurecer a otras fuerzas.

En el momento, fueron inentendibles las últimas palabras del doctor, pero ya no era importante, pues estaba sumido en ese mundo nuevamente. Las tinieblas se movían como si tuvieran voluntad propia, creaban formas y se arrastraban entre campos pastosos y paredes corroídas.

Esta vez me encontraba en una casa deteriorada, con sus exteriores casi caídos y una puerta rechinante que se abría y cerraba con el viento. El lugar estaba rodeado de puro campo, hierbas altas que perdían su color verdoso. Entré a la casa y lo primero que noté es que por dentro era todo diferente.

El interior era hermoso, elegante y muy bien conservado; un contraste absoluto de su fachada exterior. Caminé por el pasillo buscando a mi hija, pero solo escuchaba alaridos de gente que no estaba ahí; o eso creía. Hubo una habitación que me llamó la atención y decidí entrar.

Dentro, había una persona acostada en una cama llorando, era mi pequeña hija. Me abalancé hacia ella y la abracé, pero me ignoraba como si no me sintiera.

—¡Mirian, debemos volver, tienes que abandonar este lugar!

Ella continuaba llorando recostada sobre una enorme almohada.

—No puedo, debo encontrarla. Quiero hablar con ella de nuevo, la extraño.

—¿A quién Mirian? ¿A quién estás buscando?

Ella me miró con sus ojos irritados llenos de lágrimas.

—Estoy buscando a mamá, sé que está por alguna parte.

Mis ojos casi se desbordan en lágrimas.

—¡Oh, hija! —La abracé fuertemente.

Raquel fue mi esposa y la madre de Mirian. Murió como víctima del cáncer de seno hace solo tres años. Mi hija solo tenía diez y perder a su madre de esa manera le afectó de sobremanera, hasta este punto, de querer buscarla en mundos inhóspitos e intangibles.

—Cariño, yo también la extraño y ojalá hubiera tenido el poder para que la muerte no nos la arrebatara, pero no se pudo hacer nada más, ahora queda en nuestros más hermosos recuerdos. No te pido que olvides ese dolor que sientes, sino que lo asimiles, y lo conviertas en bellos momentos con tu madre. Siempre la extrañaremos y por ella seguiremos adelante.

Mirian bajó la cabeza y comenzó a llorar, se recostó en mi pecho y ambos nos dimos un fuerte abrazo. Una luz celeste y repentina empezó a brillar sobre nosotros, ambos nos miramos asombrados por lo que ocurría.

—¡Mira, papá, estamos conectados! —Aseveró Mirian con una sonrisa.

—Ya es momento de irnos a casa, hija.

Al salir de la habitación, todo a nuestro alrededor cambió; ahora la casa era una cueva frente al mar. Las paredes rocosas eran húmedas y transmitían mensajes luminosos. Sobre el techo, había criaturas aladas y espantosas, todas con aspecto de murciélagos. Nuestra luz parecía perturbarlas, Mirian asustada me tomó de la mano y se aferró a ella.

—¡Papá, vámonos de aquí!

—¡Doctor Suarez quiero volver! —De repente, todo se ennegreció y el peligro cesó. Frente a mí estaba el rostro del doctor Suarez y el de Mirian.

—Fue difícil hacerlo despertar. —Dijo el terapeuta, mientras mi hija me daba un abrazo.

—Entonces, ¿eso fue todo? ¿No hay nada más que hacer?

—El talento nato de su hija nunca desaparecerá, es algo con lo que tendrá que aprender a vivir, a menos…, que yo bloqueé esta capacidad, si usted me lo permite, claro está.

No tuve otra opción, no quería que mi hija entrara a esos mundos tan horribles de nuevo, así que accedí a la propuesta del doctor y él bloqueó esa parte de su mente.

Pasaron los años y mi hija creció muy feliz. Tanto ella como yo aún extrañamos a su madre, pero no dejamos que se convierta en un sentimiento que nos retracte sino en bellos recuerdos. Aunque debo confesar, que todavía tengo la sensación de estar perdido en algún lugar desconocido.

FIN

Escrito por @universoperdido. 25 de Febrero del 2022