





Ayer corrí en la cinta costera de La Guaira, en Los Caracas, y fue una experiencia tan exigente como hermosa.
Después de manguarear 🤭 un poco, comenzamos a las 9:00 a.m. Nuestro recorrido, cuando el sol ya estaba arriba con toda su fuerza, marcando cada kilómetro con un calor implacable. A pesar de eso, el paisaje costero nos regalaba una energía diferente: el mar a un lado, el sonido de las olas, la brisa salada intentando refrescar la piel mientras el cuerpo se entregaba al movimiento.
Fueron 15 kilómetros intensos. Sentía el asfalto caliente bajo los pies, el sudor corriendo sin tregua, pero también una sensación de conexión total con el entorno. A ratos, el sol parecía empujarme hacia atrás, pero la determinación era más fuerte. No era solo un entrenamiento, era una batalla mental, y también una celebración del cuerpo y su capacidad de resistir.
Al terminar, nos lanzamos al mar, fuimos directo a buscar nuestra recompensa, un baño lleno de mucha energía. El agua fría fue un premio justo, un alivio profundo. Nos quedamos un rato ahí, relajando los músculos y riéndonos del esfuerzo recién vivido. Todos hablábamos de que era bien necesario esta baño de playa, para quitarnos las malas vibras, energías negativas y hacer que el mar se llevara todo lo malo que no suma.
Correr en Los Caracas no fue solo correr: fue vivir el contraste entre el esfuerzo y el disfrute, entre el sol abrasador y el agua sanadora. ¿Repetiría? Sin duda.
Este entrenamiento catalogado como Chichitraining nos ha brindado mucho aprendizaje …. Y vamos por más
La felicidad no necesita filtro